domingo, 12 de septiembre de 2010

LOS TRES TITANES GAFADOS
























































Luis Jar Torre - TRES TITANES GAFADOS

Una aproximación al "Titanic" y sus dos hermanos gemelos

Publicado en la Revista General de Marina, número de mayo de 1998

LA GÉNESIS

Algunos trabajos sobre el "Titanic" comienzan diciendo que, una noche del verano londinense de 1907, el Director Gerente de la White Star Line J. Bruce Ismay acudió a cenar a Downshire House, posterior sede de la Embajada de España y entonces hogar del directivo de los astilleros Harland&Wolf Lord James Pirrie y que, aquella noche, la preocupación de ambos era el desafío que para la White Star suponía el "Lusitania", nuevo trasatlántico de la Cunard a punto de entrar en servicio y que prometía colocar a esta compañía en posición de ventaja en la dura competencia que ambas sostenían en la línea del Atlántico Norte. Es opinión general que, durante esta cena, se concibió la construcción de dos grandes trasatlánticos (con opción a un tercero) que pusieran difíciles las cosas a la Cunard.
Si ambos comensales hubieran podido sospechar que acababa de gestarse el trío de buques más gafados de la historia marítima contemporánea, a buen seguro que el postre habría consistido en doble dosis de bicarbonato, pero el hecho fue que el 16 de Diciembre de 1908 se puso en Belfast la quilla del "Olympic", y el 31 de Marzo de 1909 la de su hermano mediano, el "Titanic". Una vez botado el "Olympic", el 30 de Noviembre de 1911 y sobre su grada, se puso la quilla del hermano pequeño que en un principio iba a llamarse "Gigantic" y después, desafiando las toneladas de mala suerte que cualquier pescador sabe que un cambio de nombre atrae sobre un barco, se llamó "Britannic". De todas formas, parece fuera de toda duda que, a diferencia de las gentes de mar, ni Harland&Wolf ni la White Star creían en la mala suerte, ya que siguiendo una curiosa tradición de ambas compañías, a estos buques no se les concedió un bautizo decente con botella de cava en la roda, por lo que la tribuna se instaló a la altura del costado de babor. Como recordaba años después un obrero del astillero, "sencillamente, los hacían y los tiraban al agua".
De no haber existido el "Titanic", las andanzas de sus dos hermanos habrían dejado su propia huella en la historia marítima, pero el épico final que tuvo en su viaje inaugural eclipsó al resto de la familia y lo elevo a él a la categoría de mito. Aunque siempre tuve afición por la reconstrucción de accidentes marítimos (hay gustos para todo), la afición se convirtió en pasión cuando hube de hacer funciones de Inspector de Seguridad Marítima en el marco de las antiguas competencias de las Comandancias de Marina. Durante años devoré lo que, con cierta solvencia, se publicaba sobre este accidente en particular y, últimamente, me introduje (a través de Internet) en varios foros de trabajo sobre el tema, estando en la actualidad ocupado con la investigación de aspectos poco documentados (y me temo que, para mucha gente, bastante aburridos) sobre el entorno del accidente mediante simulaciones informáticas.
LOS MITOS

Tras el reciente éxito de la película "Titanic", han vuelto a aparecer en los medios de comunicación informaciones sobre el accidente bastante inexactas, por lo que pensé que podría aportar mi granito de arena efectuando una aproximación al "Titanic", y de pasada a sus dos hermanos, centrándome, para variar, en buque y tripulación en lugar de las desventuras de sus pasajeros, que han sido narradas hasta la saciedad. Asimismo, a lo largo de estas líneas espero poder mostrar el auténtico gafe que se cernió continuamente sobre estos barcos, y sobre el "Titanic" en particular, ya que siendo axiomático en la investigación de accidentes que éstos raramente ocurren por una sola causa, en el caso del "Titanic" se podrían encontrar causas para acabar con una flota completa. Contra la opinión generalizada, gran parte de estas causas no obedecen a negligencias, que también las hubo, sino a auténtica fatalidad, casi se diría que a una conjura.

Fotografía obtenida a primeros de Marzo de 1912; el “Olympic” (izquierda) ha vuelto al astillero de Belfast para reparar una hélice rota y posa junto a su gemelo el “Titanic” (derecha), todavía en construcción

Hay que comenzar diciendo que, aunque en sentido literal es cierta, la afirmación de que el "Titanic" era el mayor barco del mundo induce a cierto error, ya que sus dimensiones (882 pies de eslora y 92 de manga) eran idénticas a las su hermano mayor, aunque éste tenía 45.324 TRB, contra las 46.329 TRB del "Titanic". Como el Tonelaje de Registro Bruto de un buque mercante, simplificando, da idea de espacio cerrado más que de otra cosa, las causas de que fuera el "Titanic" el mayor barco del mundo, y no su hermano de mayor antigüedad en el escalafón e idénticas dimensiones, están a la vista si se comparan sus respectivas fotografías. En el "Titanic", debido a experiencias desagradables sufridas con mala mar en el "Olympic", se había cerrado el tercio proel de la cubierta de paseo de la cubierta "A" (la inferior a la de botes). De todas formas ambos hermanos tenían contados sus días de gloria en el campo de las dimensiones, ya que cuando naufragó el mediano, estaba prácticamente terminado en las gradas de Hamburgo el alemán "Imperator", de 52.117 T.R.B. y 919 pies de eslora (Apenas cinco semanas tras el desastre, fue bautizado por el propio Káiser Guillermo).
Otro aspecto legendario del "Titanic" es su velocidad, habiendo oído recientemente en una tertulia radiofónica que la excesiva velocidad del buque en el momento del siniestro era debida a que el Capitán estaba tratando de conseguir el Gallardete Azul en su viaje inagural. Incluso un periódico generalmente bien informado como "El País", publicaba el pasado 18 de Enero que se trataba del buque "más rápido de la historia" en un, por lo demás, excelente artículo sobre los ocho españoles que viajaban a bordo (sobrevivieron nada menos que siete). También la "fantástica" velocidad del barco es tema recurrente en libros y películas. En realidad, intentar ganar el Gallardete Azul con el "Titanic" hubiera resultado sencillamente patético, ya que la serie "Olympic" había sido diseñada para una velocidad de servicio de 21 nudos, que si bien podían sobrepasarse puntualmente, quedaban a enorme distancia de los 25 nudos de servicio y los 27 puntuales que desde 1907 hacían a la serie "Lusitania" los "correcaminos" del Atlántico Norte (El "Mauritania" retuvo el Gallardete Azul nada menos que hasta 1929, y en Julio de ese mismo año atravesó el Atlántico a un promedio de 27,2 nudos).
La clase "Olympic" estaba pensada para ahorrar carbón y tenía un sistema propulsor poco corriente basado en dos máquinas alternativas de vapor de 15.000 H.P. cada una, una turbina de baja presión de 16.000 H.P. (alimentada con la exhaustación de vapor de las máquinas alternativas) y tres ejes propulsores, con una potencia de proyecto de 46.000 H.P. (50.000 H.P. el "Britannic), contra los cuatro ejes, sus respectivas turbinas y los 70.000 H.P. de la clase "Lusitania". Tampoco era muy corriente, pero es rigurosamente cierto que la cuarta chimenea de los buques de esta serie era "de pega", añadida para impresionar al pasaje, aunque ya que estaba allí y quedaba a mano, finalmente se empleó para los conductos de ventilación de la sala de máquinas alternativas. Desconfíen pues los lectores cuando en alguna película vean salir humo por la chimenea de popa.
También es cierto que la noche del accidente se habían encendido algunas calderas extra (el buque tenía nada menos que 29), pero no para la alocada prueba de velocidad en medio del hielo que nos quieren vender, sino dentro del previsto rodaje de las máquinas, que debería finalizar el 15 de abril con una velocidad punta de unos 23 nudos. Esa era una de las razones de la estancia a bordo del Ingeniero Jefe de Proyecto Thomas Andrews al frente de un equipo de Harland&Wolf (pereció con sus hombres en el naufragio, tras prestar un impagable asesoramiento al Capitán). También viajaba a bordo Mr. Ismay, el Director Gerente de la "White Star", si bien y a diferencia de Mr. Andrews, su presencia debió de resultar mucho menos relajante para el Capitán, ya que los relatos concuerdan con malévola unanimidad en que durante el viaje, además de Gerente, ejerció de Capitán, Jefe de Máquinas, Contramaestre y, finalmente, de pasajero de primera clase al salvarse en un bote. Después del naufragio fue víctima de un horrible ostracismo que arruinó el resto de su vida pero, como es frecuente en casos con tantos héroes muertos, probablemente sólo fuera culpable de seguir respirando.
La leyenda, y muchos medios de comunicación, nos dicen también que se trata de la mayor catástrofe marítima de la Historia. Aunque 1.502 muertos en un solo naufragio es algo muy difícil de digerir, hay cifras en la historia marítima bastante más indigestas, como los más de 2.500 del buque de la Cunard "Lancastria" el 17 de Junio de 1940, los 5.000 del alemán "Cap Arcona" de la HSA Line el 3 de Mayo de 1945 o los entre 6.000 y 10.000 del también alemán "Wihelm Gustloff" el 30 de Enero del mismo año. Si bien es verdad que estos tres naufragios fueron originados por actos bélicos y las víctimas eran, en su mayoría y en los tres casos, evacuados (civiles y militares), su sufrimiento no debió ser menor que el de los pasajeros del "Titanic", con la circunstancia añadida de que no tuvieron ocasión de disfrutar de la mejor orquesta del Atlántico mientras se ahogaban. Si pensamos que estas cosas sólo ocurren en las guerras o en épocas pretéritas, ya habremos cavado, al igual que la "White Star", una buena parte de nuestra fosa, ya que en 1987, en el abordaje del ferry filipino "Doña Paz", perecieron entre 1.500 y 2.000 personas, y hace menos de un año, en nuestro propio país, se expedientó a la empresa armadora de un ferry (a instancias de su propio Capitán) por cruzar el estrecho en malas condiciones meteorológicas con el doble del pasaje máximo autorizado. Hay que confesar que la fascinación que el "Titanic" nos ha producido, por encima de otros accidentes similares o aún peores, es debida en gran parte a que fue la mayor concentración de "ahogados de calidad" nunca vista hasta el día de hoy desde el Diluvio Universal.
Sorprendentemente, el "Titanic" llevaba más botes salvavidas de los exigidos por las normas en vigor, ya que solamente estaba obligado a montar 16, de acuerdo a unas normas del Board of Trade que sería prolijo explicar aquí, pero que estaban basadas en el arqueo del buque en lugar del número de pasajeros. Generalmente se ignora también que, en el momento del naufragio el buque iba literalmente medio vacío, ya que había zarpado con cierta precipitación, por causas que luego veremos, al 50% de su capacidad de pasaje. Fue característico de su mala suerte que el Board of Trade considerara exigirle 32 botes y luego se volviera atrás. También el astillero propuso 32 botes, pero finalmente se instalaron 16 fijos y cuatro plegables. Hay quien opina que no era una cuestión de dinero, sencillamente tal flotilla de botes hubiera arruinado la estética de la cubierta de paseo de primera clase. Hay que decir en descargo de los implicados que, posiblemente, en 1912 ningún gran trasatlántico de la línea del Atlántico Norte hubiera podido evacuar por sus medios a la totalidad del pasaje y dotación, y que el fin primario de los botes era trasbordar al personal hasta el buque que acudiera en su auxilio, ya que era una derrota muy frecuentada y, entonces, era difícil concebir algo que pudiera hundir de modo repentino a buques tan grandes y seguros como la nueva generación de trasatlánticos (cualquiera que se moleste en ver una fotografía del propio "Lusitania" comprobará que, como el "Titanic", llevaba ocho botes por banda). Si a lo anterior sumamos la sensación de seguridad producida por el reciente montaje en este tipo de buques de instalaciones radiotelegráficas, ya tenemos el escenario adecuado para una de esas crisis de sobreconfianza que llenan las páginas de sucesos.

LA GAFADA

La sucesión de fatalidades que aquejaron a la serie "Olympic" comenzó en la mañana del 20 de Septiembre de 1911, cuando el flamante hermano mayor del "Titanic" salía de Southampton al mando del que luego sería Capitán del "Titanic", Edward J. Smith, y a la voz del práctico. Tras navegar en paralelo con el crucero británico "Hawke" a 19 nudos y a una distancia de entre 100 y 300 yardas, "de modo súbito" la proa del crucero se abatió sobre la aleta de estribor del "Olympic". Aunque el abordaje consiguiente no originó víctimas, hubo importantes daños materiales que enviaron al "Olympic" de vuelta al astillero de Belfast por seis semanas donde se reparó a costa de los recursos destinados al "Titanic", en cuya construcción ya habían fallecido dos trabajadores. Este, y otros incidentes menores del "Olympic", como la entrada en dique en Marzo para cambiar una pala de hélice dañada, originaron un retraso en el armamento del "Titanic" de tres meses.
Cuando finalmente acabó el armamento y tras unas sumarias pruebas de mar (que hubieron de ser retrasadas por mal tiempo), el 2 de Abril el "Titanic" se desplazó a Southampton con tripulación reducida y al mando del Capitán Bartlett (una especie de capitán de quilla del que se hablará más), atracando el 3 para aprovisionarse e iniciar el viaje Cherburgo-Queenstown-Nueva York. Cabe decir que, la dotación desconocía el buque y se desconocían entre ellos, ya que la mayoría embarcó en Southampton el 6 de Abril, y algunos (incluyendo al Capitán Smith) horas antes de la salida, si bien el Capitán, los dos Primeros Oficiales y algún otro personal habían sido trasladados del gemelo "Olympic", que estaba terminando sus reparaciones en Belfast. Para el Capitán Edward John Smith (conocido como "E.J." en el mundillo mercante de la época), era su último viaje antes de jubilarse, ya que la "White Star" quería aprovechar su experiencia con el "Olympic" y, seguramente, su gran popularidad, especialmente entre el pasaje de 1ª Clase. Era "vox populi" que la empresa le pagaba exactamente el doble que lo que cobraba un Capitán de la Cunard. Estos traslados de personal del "Olympic" originaron algo de mal ambiente entre los Oficiales "Senior" de Cubierta, ya que fueron desplazados temporalmente un puesto hacia abajo.

El Capitán Smith (a la derecha) fotografiado junto a algunos de sus Oficiales en el puente exterior del “Olympic”. De este grupo le acompañarían al “Titanic” el 1er. Oficial Murdoch (a la izquierda) y el 4º Oficial Boxhall (2º por la derecha)

A partir de este momento, el viaje comienza a parecer la peor pesadilla de un marino. Nada más llegar a Southampton, y al igual que le había ocurrido al "Olympic" en su viaje inagural, el "Titanic" se encontró con una huelga de carbón que estuvo a punto de dejarle paralizado (se trataba de la tradicional huelga de Semana Santa, que perdura en nuestros días). Tras coger pasajeros y carbón de otros buques de la empresa que sí que habían quedado "clavados" en puerto, y con las carboneras parcialmente incompletas, a las 1200 del día 10 de Abril de 1912 salió rápidamente de puerto. Demasiado rápidamente. Al pasar frente al muelle 38, el trasatlántico "New York", que estaba abarloado al "Oceanic" (uno de los "clavados"), de modo tan "súbito" como lo había sido el "Hawke", fue arrastrado por la interacción del paso próximo del "Titanic", y tras romper las amarras y pasarle a menos de una manga, acabó "atracado" en un muelle distinto del original (el pasaje, estupefacto, se hartó de sacar fotos). A la vista de este segundo incidente, no queda más remedio que pensar que en 1912, los fenómenos de interacción de cascos de gran tamaño eran poco conocidos, originando problemas de prueba y error similares a los que hubo que sufrir a partir de los años sesenta con la introducción de los superpetroleros. Por si las emociones del día no bastaran, durante el tránsito a Cherburgo se produjo un incendio espontáneo de la carbonera de estribor de la sala de calderas nº 5, lo que originó que media guardia se pasara paleando carbón extra los siguientes tres días, ya que los rescoldos no pudieron ser completamente localizados y extinguidos hasta el sábado 13, el día antes del naufragio.

El “casi abordaje” del “Titanic” (derecha) con el “New York” (a la izquierda y siendo apartado por un remolcador) el 10 de Abril y a la salida de Southampton

Tras llegar con retraso (una hora, debido al incidente del "New York") a Cherburgo la noche del 10, y a Queenstown el día 11, (los pasajeros que desembarcaron en Queenstown han aportado las pocas docenas de fotografías auténticas del "Titanic" terminado que se conservan, ya que gran parte de sus supuestas fotos son en realidad del "Olympic") el buque inició una derrota ortodrómica hacia el punto que los que hemos padecido esas aguas llamamos "la esquina de Terranova", y los anglosajones simplemente "the corner".
Tan curiosa esquina no es fija, como seguramente sabrán quienes lean este artículo y hayan sufrido en sus carnes y en sus estómagos tan poco acogedora región, su situación depende de la época del año, si se ha adelantado o retrasado la llegada de la primavera (el deshielo), el tipo de buque y, fundamentalmente, de la prisa que tenga y el olfato que crea tener el Capitán. Aunque sin utilidad en derrotas procedentes de España, este punto es fundamental en derrotas Canal de la Mancha-Norteamérica, sobre todo si el horario es un factor importante. El Capitán del "Titanic" desde luego que no debía tener el cuerpo para más aventuras así que, contra lo que la tradición quiere cargarle, se decidió por una derrota de lo más normalita y conservadora. Si consultamos el documento que tres generaciones de sufridores marinos hemos utilizado tratando de sustituir el olfato del Capitán cuando éste se acatarraba (el "Pilot Chart", proverbial fuente de toda sabiduría), vemos que para el mes de Abril, y un buque procedente de Fastnet Rock (como el "Titanic"), se recomienda "doblar la esquina" en los 43º00N 50º00W. El Capitán Smith no solamente apuntó a una "esquina" más al Sur y al Este (42N 47W), sino que según el Oficial de Guardia que llegó a la "esquina" a las 1700 del fatídico día 12 (3er. Oficial Pitman), "E.J." retrasó el cambio de rumbo a estribor hasta las 1745 (ya debía andar con la mosca detrás de la oreja). Por si quedara alguna duda, la posición dada por el buque en su petición de auxilio fue 41º46N 50º14W.
Por tanto, las historias sobre un Capitán soberbio, deseoso de probar la dureza del hielo con la roda de su insumergible buque son tan tontas como parecen a primera vista, sobre todo tratándose de un Capitán a punto de jubilarse y que ya conocía por experiencias previas la dureza relativa de un buque en relación con otros objetos. En el contrato de todos los Capitanes figura que tienen derecho a una rareza, y la de "E.J." parece ser que consistía en que, mientras se fumaba un puro, sólo se era admitido a su presencia bajo promesa de no mover la nube de humo azul que envolvía su cabeza. A los que lean estas líneas y hayan montado guardia de puente, les bastará para confirmar que no era un ser mítico, sino un Capitán de carne y hueso, el que sus últimas palabras al Oficial de Guardia antes de retirarse a descansar (vestido) la noche del naufragio fueran la fórmula ritual ya empleada por los antiguos capitanes fenicios: "if you are in the slightest degree doubtful, let me know".

Esta fotografía tiene la peculiaridad de que es la última que se hizo al “Titanic”, o al menos la última de las que se conservan. Está tomada en Queenstown el 11 de Abril desde el ferry que acababa de trasbordarle pasaje (véase su estela a la derecha) mientras el “Titanic” abandona el fondeadero camino de Nueva York (también se aprecia su estela a la izquierda)

Durante la travesía prácticamente hubo calma chicha, pero las fuerzas del mal ya estaban tejiendo la telaraña semanas antes, con una primavera enloquecida y un deshielo que, fuera de toda estadística, cubrió de "pack-ice" zonas donde los más viejos no recordaban haber visto en el mes de Abril ni tan siquiera icebergs aislados, cierto que esto no le era del todo ajeno a E.J., ya que disponía de la moderna radiotelegrafía. Pero la moderna radiotelegrafía estaba también en huelga. Otro dato casi desconocido es que, cuando al fin se extinguió el incendio de la carbonera, le tocó el turno a la radio. Desde el sábado por la noche hasta las 5 de la mañana del domingo, los dos operadores estuvieron tratando de averiguar qué fallaba (era un "secretario" fundido, según creo una especie de transformador). El relevo del "secretario" fue el grupo convertidor, que aprovechó el retraso de trabajo acumulado para sufrir sobrecalentamientos que obligaban a los operadores a desconectar el equipo periódicamente, precisamente al entrar dentro del alcance de la primera estación T.S.H. americana, Cape Race.
Dice mucho en favor de la profesionalidad de los operadores que, aún así, dieran cuenta de la avalancha de tráfico que se les vino encima y consiguieran pasar al puente los cuatro avisos genéricos de hielo recibidos (del "Caronia", "Amerika", "Baltic" y "Californian"). También dice mucho en favor de su mala suerte que, por un terrible error de apreciación, ni el aviso de las 2130 del "Mesaba", ni el de las 2300 del "Californian", que informaban de hielo en la derrota inmediata del "Titanic", llegaran nunca al puente. Para finalizar tanta fatalidad podría haber bastado decir que el único operador radio del único buque que por su proximidad relativa podría haber acudido en auxilio del Titanic" (el "Californian"), salió de guardia a las 2330 y desconectó el equipo a las 2335, justo cinco minutos antes de que a una distancia de unas 18 millas, el "Titanic" abordara el iceberg. Pero para Jack Phillips, el 1er. Radiotelegrafista del "Titanic", la fatalidad no terminó hasta las 0218, en que tras haber permanecido en su puesto hasta el último minuto, la muerte le relevó de servicio para siempre.

Fotografía de la estación radio del “Titanic” obtenida por un pasajero que desembarcó en Queenstown; aparentemente es la única auténtica que existe, y se supone que el operador que se ve de espaldas es Harold Bride
En el puente, en una noche sin luna que iluminara la mar, sin un soplo de brisa que levantara un mínimo oleaje delator del iceberg, con unos serviolas cuyos prismáticos se habían quedado en algún lugar de Southampton y un horizonte indistinguible del cielo, el 1er. Oficial Murdoch tuvo la desgracia de recibir la primera noticia de que estaba entrando en un "open pack ice" (lo que era en realidad, y no el iceberg aislado que se suele creer) cuando descubrió, prácticamente al tiempo que los serviolas, una mole más negra que la noche a unos 450 metros, justo por la proa. Como en el caso de la radio, tuvo que apurar hasta los posos su dosis de mala suerte al abordar el iceberg de la peor manera posible, a lo largo de un tercio de su eslora (este tipo de abordaje es muy "rara avis" en los registros de accidentes). Es casi seguro que de haber visto el iceberg quince segundos antes lo hubiera librado, y si lo hubiera visto quince segundos más tarde lo hubiera embestido de frente, ya que entre avistamiento y abordaje transcurrieron menos de 40 segundos. En cualquier caso, Murdoch, posiblemente en un acto reflejo, ordenó todo a babor, paró máquinas e intentó dar atrás en una maniobra que él mismo debió saber sin esperanza en un buque de 46.000 toneladas lanzado a unos 22 nudos. Fue típico de la que Walter Lord llamó, con muy británica circunspección, "una noche memorable" el que, de manera increíble, lo consiguiera a medias, ya que en la práctica y contra lo que comúnmente se cree, no se produjo un abordaje tipo "boquete", sino un roce tipo "bollo". Por un momento, el mismo Murdoch debió pensar que se saldría con la suya, porque ordenó todo a estribor para librar la popa. Pero también, como en el caso de la radio, era preciso llevar la fatalidad hasta el final. La investigación británica posterior, el examen "post-mortem" de la parte accesible del casco en la amura de estribor (la proa está enterrada casi hasta los escobenes), y el análisis de muestras de acero extraídas del mismo en fecha reciente, apuntan a una serie de grietas y juntas remachadas saltadas de modo intermitente, con un área total de libre comunicación al mar no mayor de un metro cuadrado. También apuntan a un acero de características inadecuadas por su poca flexibilidad (y que hoy habría sido rechazado), circunstancia agravada por la baja temperatura del agua, que lo tornó quebradizo. Es más que posible que, con un acero adecuado, parte de las grietas hubieran sido los simples bollos que todos los marinos estamos hartos de ver en los cascos de los buques modernos.
Con este artículo casi terminado, he podido tener acceso a las conclusiones de un reconocimiento con sonar de la parte enterrada del casco, efectuado en Agosto de 1996. Se señalan seis averías diferentes bajo la línea de flotación, afectando principalmente a solapes de planchas remachadas. De estas averías, cuatro están bajo el castillo de proa, una a la altura del pozo de proa, y por último, la de mayor tamaño y que sin duda constituyó la herida mortal, entre las salas de calderas nº 5 y nº 6, extendiéndose once metros en total, a uno y otro lado del mamparo estanco, pero afectando principalmente la sala de más a proa. El personal de máquinas consiguió evitar una explosión por estrés térmico de las calderas de la sala nº 6 apagando los fuegos y disparando las seguridades en circunstancias desesperadas, para acto seguido centrar sus esfuerzos en controlar la inundación de la sala nº 5 (lo consiguieron hasta que el agua desbordó por encima el mamparo de la nº 6, iniciando la inundación en cadena que finalmente acabó con el buque).
No comparto en absoluto la extendida afirmación de que el hecho de que Murdoch ordenara "para" y "atrás toda" (con independencia de su ortodoxia, que como todo en un arte es opinable, y más desde un sofá), facilitara la colisión al privar de maniobrabilidad al "Titanic", ya que de las declaraciones de los escasos supervivientes del Departamento de Máquinas, se dedujo que los ejes de las máquinas alternativas dejaron de dar avante al cabo de un minuto y medio y el eje de la turbina aproximadamente al cabo de dos minutos, justo cuando los ejes laterales comenzaban a dar "atrás despacio". Aparte la relativa complejidad de una planta de vapor de este tipo, cabe suponer que, al no haberse pasado el telégrafo a la posición de "stand by", el Maquinista de Guardia no estuviera en aquel momento en la plataforma de control, algo que todos los que hemos navegado en buques mercantes sin control cerrado sabemos que es perfectamente normal.

EL PANEGÍRICO

William M. Murdoch, al igual que Jack Phillips y otros 686 de los 892 Oficiales y tripulantes del "Titanic", murió aquella noche, pero no tras matar de un disparo a un pasajero que intentaba abordar un bote a la fuerza, como quiere la leyenda, ni tras suicidarse teatralmente con su revólver, como se ve en la película, sino tragado por el mar cuando intentaba frenéticamente destrincar con sus propias manos el bote plegable "A" de la cubierta magistral, como declaró el Coronel Archibald Gracie, que le ayudaba en el intento y consiguió sobrevivir para contarlo. He mencionado su caso, como podría mencionar docenas más, porque es representativo del reparto a posteriori de "papeles" entre héroes y villanos de que fueron víctimas unos compañeros (de puntas afuera todos lo somos) que, con sus errores, sus grandezas y sus miserias, están más cerca de nosotros que los personajes de cartón-piedra en que se los quiere convertir.
Uno no puede sentir más que simpatía ante el humor negro del 2º Radiotelegrafista Bride, que ante la sugerencia de pedir auxilio con la nueva señal SOS en lugar de la antigua CQD, apostó por el SOS, indicándole a su jefe Phillips que quizás fuera la única ocasión que tendrían de usarla, para acto seguido, desternillarse ambos de risa ante la estupefacción del Capitán que no le veía la gracia al chiste. Y si, como el que esto escribe, se ha sido Oficial "montaguardias" durante siete años en buques mercantes de diverso pelaje, existe el deber de solidarizarse más allá de lo razonable con el 4º Oficial Boxall (uno de los dos subalternos de la guardia de Murdoch) en la apasionada defensa de "su" situación estimada, que determinó la posición oficial del naufragio en los no menos apasionados debates que surgieron en la investigación posterior y por razones que sería largo de explicar aquí.
Y, por duro que uno tenga el corazón, forzosamente hay que soltar una lágrima furtiva al considerar que, si el buque permaneció a flote bastante más tiempo que el previsto por el propio Thomas Andrews, si Philips seguía transmitiendo a las 0210, y si las luces permanecieron encendidas hasta las 0218, cuando el buque se partió en dos y se hundió, no fue asunto de suerte, sino gracias a que el personal de máquinas, con el Jefe Joseph Bell al frente, se las arregló de alguna manera para mantener funcionando hasta el final una sala de calderas, las bombas de achique y los generadores, que estaban detrás de la sala de la turbina y en las entrañas de la popa.
La proeza les costó la vida, ya que ni uno solo de los 35 Oficiales de Máquinas y de Electricidad vivieron para contarlo, pero el monumento del East Park de Southampton que recuerda sus nombres y su hazaña hace pensar que todavía queda justicia en el mundo.

Siempre hay mirones; un tipo asoma el coco por un portillo (centro izquierda) mientras un par de botes salvavidas del “Titanic” trasbordan sus ocupantes al “Carpathia” a través de una de sus portas de costado

EL SEGUNDO EPITAFIO

A raíz de las lecciones aprendidas del "Titanic" se rediseñó la clase "Olympic", y el 10 de Octubre de 1912, el cabeza de serie volvió al astillero, donde durante cinco meses sufrió extensas modificaciones que, a grandes rasgos, consistieron en cubrir de botes salvavidas la cubierta de paseo en toda su extensión (arruinando finalmente su estética), elevar cinco mamparos estancos desde la Cubierta E hasta la B y construir un doble casco interior a lo largo de las salas de máquinas y de calderas. El "Britannic", que estaba en la fase inicial de construcción, sufrió un cambio más radical, que implicó un aumento en sus dimensiones y la adición de nuevas superestructuras, así como de unos espectaculares y muy eficaces pescantes de nuevo tipo que le dieron un aspecto, si no muy elegante, desde luego inconfundible. Como nota curiosa, se instaló un tubo neumático entre la radio y el puente para solventar problemas de "comunicación". Solamente en el caso del "Olympic", las modificaciones supusieron un gasto de 250.000 libras en un barco nuevo que había costado alrededor de 1.250.000. El coste final del "Britannic" fue de 1.947.000 libras y la propaganda de la "White Star", cuidándose mucho de hablar de buques insumergibles, insistió en que eran muy seguros.
Y lo eran. Apostaría mi vida a que se trataba de buques mejor manejados y mucho más seguros que el promedio de los que hoy navegan. El "Titanic" se mantuvo a flote casi tres horas mientras que, con averías más limitadas, el "Lusitania" se hundió en veinte minutos, y en tiempos mucho más recientes, un trasatlántico moderno como el "Andrea Doria" se fue al fondo con averías que el "Titanic" hubiera encajado sin pestañear. Antes de la entrada en servicio del "Britannic", y mientras aún estaba en período de armamento, estalló la Primera Guerra Mundial por lo que fue movilizado por el Almirantazgo, finalizado como buque-hospital y puesto en servicio el 16 de Diciembre de 1915, con dotación civil y al mando del Capitán Bartlett. Tras realizar cinco viajes a Southampton evacuando heridos de la campaña de los Dardanelos, en el viaje de ida del sexto su derrota se cruzó con una mina a las 0812 del día 21 de Noviembre de 1916, mientras navegaba a 20 nudos por el Canal de Kea, cerca de El Pireo. De modo similar al "Titanic", ningún ingeniero naval había previsto que se pudiera tener tanta mala suerte.

El “Britannic” recién acondicionado como buque hospital. Obsérvese que, tras el fiasco del “Titanic”, se ha atiborrado de botes la cubierta de paseo al extremo de exigir la instalación de tres monstruosos pescantes de diseño especial por banda (en ambos extremos). También se aprecia otra pequeña modificación, consistente en el cierre de la cubierta de pozo de popa (sobre la cruz de más a la izquierda)

En base a la investigación posterior y al estudio de sus restos, la primera explosión originó daños limitados en la amura de estribor, en el mamparo situado entre las bodegas 2 y 3, pero fue seguida por una gran explosión secundaria, bien tipo "flash" de polvo de carbón (el almacenado en la bodega nº 3) o bien de grisú. Los efectos que produce una explosión de mezcla detonante dentro de una estructura cerrada escapan a toda descripción, pero pueden servir de ejemplo las fotografías de petroleros que han sufrido explosiones navegando en lastre. Otro buque se hubiera desintegrado sin más, pero como su hermano antes que él, estuvo a punto de conseguirlo. En el "Britannic", la estructura por debajo de la cubierta Shelter, quilla incluida, sencillamente desapareció en un tramo de más de 20 metros, y los mamparos colapsaron hasta la sala de calderas nº 6 (en la vertical de la 1ª chimenea, en aquella época se numeraba hacia proa). Aún con tan graves daños, el buque debía mantenerse a flote, pero ocurrió que la puerta estanca entre las cámaras 6 y 5 estaba abierta (cambio de guardia), y no se pudo cerrar del todo. Ahora el buque tenía inundados los primeros 6 compartimentos estancos (un tercio de su eslora), pero aún entraba dentro de los cálculos que flotara por pelos.
En el puente, el Capitán Bartlett, que no las tenía todas consigo a la vista de la espectacular escora a estribor, con la proa sumergida hasta la cubierta E apenas quince minutos después de la explosión, y muy posiblemente desconociendo el alcance exacto de las averías, decidió jugarse el todo por el todo e intentar salvar el buque varándolo en la cercana isla de Kea, que estaba a unas tres millas. Aun careciendo de gobierno consiguió revirarse con las máquinas, pero apenas iniciada la marcha, y posiblemente debido al efecto hidrodinámico sobre estructuras ya debilitadas, el buque comenzó a hundirse rápidamente y se ordenó abandono. Desapareció de la superficie apenas 55 minutos después de la primera explosión. A diferencia del "Titanic", de las más de 1.100 personas que viajaban a bordo, las únicas víctimas mortales fueron 29 de los ocupantes de dos botes de babor, que habían sido arriados sin autorización del puente y fueron aspirados y destrozados por la hélice de babor al dar avante girando parcialmente fuera del agua.
El escaso número de víctimas se achacó a que, contra lo que podría esperarse, la explosión no mató a nadie ya que prácticamente todo el mundo estaba en los comedores. Aún así, la evacuación de 1.000 personas en treinta minutos, con una escora que enseguida inutilizó parte de los pescantes de babor, constituye una hazaña nada corriente y no puede dejar de sentirse un escalofrío al imaginar el naufragio en uno de los viajes de vuelta, cuando se llegaron a transportar simultáneamente más de 3.000 heridos de guerra a bordo.
Cuando el buque fue localizado en 1975 por Cousteau, se descubrió que estaba a 6,7 millas al ENE de la posición cartografiada, lo que dio lugar a especulaciones de todo tipo. Al final, fue este buque casi desconocido el que consiguió para sus Armadores un récord perdurable y auténtico. Como, tras las modificaciones sufridas en grada, era algo mayor que sus hermanos, de continuar existiendo la "White Star Line", podría decir sin faltar a la verdad que, con sus 48.158 T.R.B., el "Britannic" sigue siendo el mayor trasatlántico del mundo... que descansa en el fondo del mar.

UN VIEJO FIABLE

Una vez modificado, el "Olympic" continuó cubriendo su ruta habitual sin más sobresaltos, hasta que en Agosto de 1914 estalló la 1ª Guerra Mundial. En Octubre, la empresa armadora no quiso arriesgar más tan valioso buque y se decidió amarrarlo hasta que pasara el peligro, por lo que el día 21 salió de Nueva York de vuelta a casa en el último viaje programado con pasaje y tratando de huir de las emociones fuertes.
El día 27, mientras costeaba el Norte de Irlanda camino de Greenock y el día antes de la llegada, las emociones fuertes acudieron a su encuentro, colándose por las antenas de su equipo T.S.H. El flamante acorazado británico de 23.000 toneladas "Audacious" (tipo "Dreadnought", lo máximo para la época), se había comido una mina y pedía ayuda con urgencia. Aunque la censura que se impuso sobre los hechos posteriores hizo que, todavía hoy, existan discrepancias en las fuentes, todo hace indicar que el Capitán, Herbert Haddock, a despecho de la prudente política de sus armadores, se desvió de su ruta y, con grave riesgo de comerse otra mina o ser torpedeado, tomó a remolque al acorazado y se lo llevó "puesto" camino de la Base Naval de Lough Swilly. Cabe suponer que actuación tan decidida cogiera de sorpresa al gafe de guardia porque, cuando ya había hecho lo más difícil, a unas diez millas de su destino, empeoró terriblemente el estado de la mar, falló el sistema de gobierno del acorazado remolcado, éste se atravesó a la mar faltando el remolque y, finalmente, por razones desconocidas el acorazado voló por los aires y se hundió poco antes de las 2100 horas de aquel mismo día, no antes de que fuera transbordada su dotación, ni de que el pasmado pasaje del "Olympic" llevara a cabo un gran reportaje fotográfico, pese a que al buque se le ordenó alejarse de la zona antes de que el "Audacious" se hundiera.
El Almirantazgo, que ya había enviado unidades a la zona (veo perfectamente en el "reportaje" al menos dos destructores), no debía sentirse precisamente entusiasmado de que las fotografías del hundimiento del "arma definitiva" de aquellos tiempos aparecieran en los periódicos de la mañana siguiente, así que "por su seguridad" ordenó al "Olympic" fondear en un lugar de Lough Swilly fuera de la vista de la flota, y lo tuvo aislado y sin comunicación con tierra durante seis días, tras los cuales fue autorizado a dirigirse a Belfast donde atracó el 3 de Noviembre. No consta que la "White Star" le diera al Capitán Haddock la medalla de oro de la compañía, pero sí consta que su actuación llamó la atención del Almirante Jellicoe, y poco después Haddock (que según algunas fuentes ya era Oficial de la Reserva Naval con anterioridad) estaba en Belfast organizando convoyes por cuenta del Almirantazgo.
El 1 de Septiembre de 1915, también el "Olympic" fue movilizado, y convertido en transporte de tropas (T-2810).Una vez a finales de 1915 y por dos veces en Marzo de 1916, fue atacado por submarinos y salió del apuro a base de maniobras evasivas. En Mayo de 1918 los alemanes lo intentaron por cuarta vez, pero esta vez, tras esquivar el torpedo, puso proa al submarino y, sencillamente, lo pasó por encima (el "afortunado" fue el U-103, parte de su dotación pudo salvarse). Cuando fue devuelto a sus armadores en Agosto de 1919, había transportado en total 119.000 soldados, y era conocido como "Old Reliable". No estuvo mal (salvo para el U-103, se entiende).

El “Olympic” haciendo la mili en la 1ª Guerra Mundial; los lectores no alucinan ni están ante la obra de un pre-psicodélico, sino ante un buque perfectamente camuflado. Por increíble que pueda parecer a los profanos, antes de la aparición del radar este tipo de “decoración” los hacía mucho más difíciles de detectar a simple vista en la mar (¡palabra!)

Tras una reparación de 2,5 millones de dólares y adaptar sus calderas para quemar combustible líquido, volvió a su línea de siempre en Julio de 1920, pero sin abandonar del todo su ya tradicional tendencia a establecer "contactos directos" con otros buques. Así, el 22 de Marzo de 1924 y mientras salía de Nueva York sufrió otro abordaje, esta vez sin apenas consecuencias, con el buque "St. George". Durante los diez años siguientes no volvió a dar que hablar hasta que, el día 10 de Mayo de 1934, finalmente la Cunard le ganó su eterna guerra a la "White Star" y ambas empresas se fusionaron. En el primer viaje para sus nuevos Armadores (de nuevo otro primer viaje), el día 15 de Mayo y en una densa niebla, se llevó por delante el buque-faro de Nantucket originando la muerte a 7 de sus 11 tripulantes. Es muy posible que este accidente, transmitido boca a boca, fuera el origen de la máxima que uno de mis primeros Capitanes nos repetía a los Oficiales "junior" de continuo: "Nunca recaléis con niebla poniendo proa a las chatas con el gonio, que ya ha habido desgracias" (no pensaba hacerlo, pero gracias D. Fulano).
En todo caso, y si se me permite como a Bride un mal chiste, para el "Olympic", éste fue el "golpe de gracia". A la Cunard no le debió de gustar nada la espectacular entrada en su casa del viejo mastodonte y, en todo caso, la visión del espectro del "Titanic" no debía ser relajante para los más supersticiosos, el caso fue que en Marzo del año siguiente, a la vuelta de su último viaje de Nueva York, el último titán fue desguazado en Escocia.

POST-MORTEM

El "Titanic" fue descubierto por el Dr. Robert Ballard el 1 de Septiembre de 1985 en posición 41º43,9N 49º56,8W (sección de proa), 13 millas al ESE de la situación de estima del 4º Oficial Boxall (41º46N 50º14W). En una carcajada final, el destino quiso que hasta la situación del S.O.S. saliera mal aquel viaje fatídico y que en una increíble carambola, el "Carpathia" encontrara los botes de noche y sin luna porque le pillaban de camino en su derrota directa (Rº308) a la falsa situación, y en el minuto exacto (quiero decir exacto) previsto por su Capitán porque (no hay otra explicación) la situación estimada del "Carpathia" también estaba desviada 13 millas al W. Con razón a los antiguos griegos les infundían pavor las bromas de sus dioses.
Como existe la creencia general de que aquella noche se estaba disputando una especie de "contrarreloj", y el "Titanic" ha aparecido en las cercanías de su derrota prevista (Rº266), pero bastante atrás, la mayoría de los autores han achacado este error en la posición a una enorme sobreestimación de la velocidad real que podía desarrollar el buque, tesis que, aún teniendo su lógica, no comparto del todo.
A partir de investigaciones propias con las que no pretendo aburrir a nadie, pero que se basan en una reconstrucción informática del Almanaque Náutico de 1912 que realicé a partir de software del U.S. Naval Observatory, en la determinación fiable de qué hora llevaba el "Titanic" con respecto a Greenwich (contra todo pronóstico, eso sí que fue una odisea), y sabiendo que el buque tenía situación astronómica del crepúsculo anterior, obtuve el resultado final de que, entre observación y accidente habían transcurrido poco menos de cinco horas, lo que cuantificaría la supuesta sobreestimación de la velocidad en 2,7 nudos, con una velocidad real inferior a 20. Cualquiera que sepa cómo se afinan en este tipo de construcciones las velocidades máximas, estará de acuerdo en que tal pifiazo con calma chicha hubiera sido algo escandaloso, además de estar en total desacuerdo con las velocidades alcanzadas anteriormente por el "Olympic" (casi 22 nudos de media en su viaje inagural) y, lo que es más contundente, con las medias ya alcanzadas por el propio "Titanic". Aquella mañana se habían encendido otras dos calderas, y antes del aumento previsto para la noche, ya se habían obtenido 21,6 nudos en la observación vespertina. Por la noche, el buque "vibraba como nunca", y su velocidad debía rondar los 22,5 nudos.

Reconstrucción más probable de los acaecimientos ocurridos en la noche del 14 al 15 de Abril de 1912 (Elaboración propia de Luis Jar Torre)

El "Pilot Chart" nos previene de que, en el mes de Abril, cabe esperar en la zona una corriente ENE de 0,5 nudos (el borde N del Gulf Stream), pero los profesionales que estuvieron allí aquella noche dijeron que la corriente era SE, y la temperatura del agua dejó meridianamente claro a quienes tuvieron la desgracia de sentirla en sus carnes que, aquella noche, la Corriente del Golfo no estaba "de guardia". Esto, junto con la presencia de tantos icebergs, y sobre todo de "pack ice", indican claramente, al menos en mi opinión, que se trataba de un ramal de la Corriente del Labrador que no estaba donde debía, pero ya quedó dicho antes que aquella primavera estaba loca de atar. Con todo, es poco probable que la corriente llegara a los 2,7 nudos. La parte restante, en mi opinión, habrá que cargarla en el "debe" del autor de la situación astronómica que "heredó" Boxall al entrar de guardia. No pienso dar nombres, y si alguien se siente tentado de señalar con el dedo, debe de saber que aquella noche había una espectacular sobrerrefracción que dio lugar a declaraciones sorprendentes y a polémicas que todavía el día de hoy siguen vivas, pero ésa es una historia diferente.
De los cuatro únicos Oficiales de Cubierta supervivientes del "Titanic", tres se convirtieron posteriormente en Oficiales de la Reserva Naval, donde al 4º Oficial Boxall le fue asignado el mando de una lancha torpedera en Gibraltar. El Teniente de Navío (R.N.R.) Joseph Groves Boxall, murió en 1967, a los 83 años de edad, y tal como había pedido, sus cenizas fueron arrojadas en "su" posición, donde sus compañeros le estaban esperando desde 1912. Después de tan largo viaje, trece malditas millas le impidieron reunirse con ellos. Ningún profesor de navegación le habría impuesto un castigo tan cruel por una estima que, en el fondo, no creo que estuviera tan mal hecha.

CONCLUSIONES

Ni el destino, ni las meigas, ni las fuerzas del mal tienen base racional, y desde la Revolución Francesa sabemos que todo tiene una explicación lógica. Dicho lo anterior, debo de añadir que, después de años de rebuscar documentación sobre estos barcos, hace unos meses y cotejando nombres en una muy bien documentada monografía inglesa sobre el "Britannic", me di de narices con un dato que se mencionaba de pasada y como simple curiosidad. Una tal Violet Jessop, que estaba a bordo del "Olympic" cuando sufrió el abordaje con el "Hawke" y fue uno de los pocos supervivientes del "Titanic", viajaba a bordo del "Britannic" cuando se hundió en el Egeo. ¿Más mitos? Busqué (¡y conseguí!) la enorme lista de tripulantes del "Titanic" y allí estaba, Miss Violet C. Jessop, camarera, residente en Londres y salvada en el bote nº 16. Lo mejor de esta historia es que Miss Jessop no se contaba entre los mil y pico tripulantes que permanecieron en el "Britannic" hasta que se dio la orden de abandono y se salvaron en su totalidad, sino que, como era de temer, se encontraba en uno de los dos botes arriados sin permiso del puente, parte de cuyos desgraciados ocupantes fueron las únicas víctimas mortales de aquel día. También entraba dentro de lo predecible que, cuando Miss Jessop vio que la situación se ponía fea, se arrojara por la borda y salvara la vida, mientras la hélice de babor trituraba los dos botes y veintinueve de sus ocupantes. Naturalmente, tampoco es cierto que existan los gafes.

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS

Para este trabajo he utilizado un 60% de fuentes bibliográficas, un 30% de material conseguido en Internet y, aproximadamente, un 10% de material propio que tenía ya recopilado como parte de un trabajo de investigación más amplio y en parte relacionado en el que ando ocupado. No he incluido datos que, siendo muy interesantes, no he podido contrastar adecuadamente. En cambio sí he incluido otros sobre los que existen discrepancias poco significativas en las fuentes consultadas. Como he huido de modo consciente de la parte más conocida de los hechos (la perspectiva del pasaje), ha resultado un verdadero suplicio contrastar fuentes y no descarto algún pequeño error de detalle.

- La bibliografía más consultada ha sido la siguiente:
- Bathe, B.W. "Seven centuries of sea travel", Portland House, New York- Ballard, Robert D. "El descubrimiento del Titanic", Ed. Plaza y Janés, Barcelona - Bonsall, Thomas E. "Great shipwrecks of the 20th.century", Gallery Books, N.York - Braynard.&Miller. "Picture history of the Cunard Line 1840-1990", Dover P., N.Y.- Lord, Walter "La última noche del Titanic", Ediciones Grijalbo, Barcelona- Lynch, Don "El Titanic, una historia ilustrada", Ediciones Grijalbo, Barcelona- Marriott, John "Disaster at sea", Hippocrene Books, New York- Miller, William H."The first great ocean liners", Dover Publications, New York- Mills, Simon, "H.M.H.S.Britannic, the last titan", Waterfront Publications, Dorset- Varios, "Atlas of Pilot Charts-N.Atlantic Ocean", Defense Mapping Agency, USA- Varios, "The Times Atlas of the Oceans", Times Books Ltd., Londres No aporto bibliografía adicional porque la existente ocuparía tanto como el artículo.
- Videos:
En los videos que menciono a continuación, he visto breves filmaciones auténticas de los primeros viajes del "Olympic" (todavía con 20 botes) y de la botadura del "Britannic", además de grabaciones del estado actual de los restos del "Titanic" y del "Britannic". Las supuestas filmaciones contemporáneas del "Titanic" navegando que he visto hasta hoy me parecen más que dudosas, pero circulan por la red unos segundos de película del Capitán Smith en el puente del "Olympic" con una pinta excelente.
- National Geographic Society, "Los secretos del Titanic", Tri Pictures, Madrid- The Cousteau Society, "A la búsqueda del Britannic", Warner Home Video

- Consultas en Internet:
Hoy en día, en Internet puede obtenerse casi todo sobre casi cualquier cosa, sólo hay que buscar, y sobre este tema en concreto hay material más que de sobra. La relación de páginas consultadas sería también otro artículo, pero si algún lector quiere experimentar por sí mismo a qué me refiero, le bastará con meter la palabra "Titanic", seguida de otra que defina su área de interés (nombre del astillero, etc.) en un buen buscador, como por ejemplo Google o Altavista, para pasar el resto de la semana muy ocupado. Claro está, hay que apuntar a páginas de cierta solvencia y contrastar la información.
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viernes, 10 de septiembre de 2010

SIN CUIDADO




Juan Manuel Grijalvo - El chapapote según Batracius

Con toda la mar detrás, de Luis Jar Torre - El naufragio del "Prestige"
El honor del Capitán Castelo - El naufragio del "Urquiola"

(Ultima Hora, 2 de marzo de 2003)

El texto que sigue ha sido revisado por Luis Jar Torre y ha recibido la siguiente calificación:
"No solamente me parece una gran idea sino que me gusta mucho el resultado y me siento agradecido por el detalle".
Como dice Tolkien, "the praise of the praiseworthy is above all rewards".

Verá usted, mi fuente de información sobre chapapote y mareas negras no es la prensa diaria. Es la "Revista General de Marina". La dirige el Capitán de Navío Mariano Juan y Ferragut y la publica el Cuartel General de la Armada. En ella han aparecido cuatro artículos de Luis Jar Torre (que firma a veces como Batracius; obviamente, es un seudónimo), que nos habla de los petroleros "Torrey Canyon", "Amoco Cádiz", "Braer" y "Erika". Están disponibles en Internet, en las páginas del Capitán Nemo (obviamente, otro seudónimo). Entresaco unos cuantos párrafos:
"Todo naufragio de magnitudes catastróficas tiene su propia leyenda y si no la tiene se improvisa sobre la marcha, pues las leyendas producen beneficios en el mercado mediático y también en las personas. Así, nos sentimos exaltados con los héroes, conmovidos con las víctimas, los culpables reciben su justo castigo y, restablecida la paz en el gallinero, todos podemos fingir que se ha tratado de una circunstancia extraordinaria e irrepetible, lo que nos evitará una incómoda sensación de inseguridad". (Misión imposible, "Amoco Cádiz", julio de 2000).

Chapapote

El naufragio del "Prestige" ya está tomando esas dimensiones de catástrofe legendaria. Como los hechos no interesan, se magnifica la gesta de los voluntarios, ciertos personajes se llenan la boca con lo buenos que son los pescadores gallegos... y nadie dice una palabra sobre la madre del cordero: ¿por qué se perdió el barco?
"Resultaría difícil encontrar embarcación más segura cuando el tiempo se pone feo que un gran buque-tanque cargado. Su considerable calado le da estabilidad de plataforma, la perfecta estanqueidad de su cubierta y la prolija compartimentación de sus tanques lo hace casi invulnerable ante ocasionales vías de agua, los potentes circuitos de carga y lastre refuerzan la línea de defensa anterior y la naturaleza de su carga permite descartar corrimientos o desestibas. Además está su “inmenso” tamaño, siempre tan apreciado por el público. Tal cúmulo de bondades ha desembocado en que se autorice a navegar a estos buques con un francobordo sensiblemente inferior al del resto lo que, en términos prácticos, significa que cargados y con mal tiempo la mar embarca en cubierta, si las cosas empeoran navegan en plan submarino y, si tropiezan con la “tormenta del siglo”, lo hacen como los lectores gusten imaginarse". (Atado y bien atado, "Braer", noviembre de 2001).
Estos barcos tan grandes y tan seguros son tan vulnerables como los hombres que los tripulan. Que navegan en condiciones que a veces no son las óptimas... al borde del ataque de nervios:
"Así, a finales de los setenta, en la mayoría de los grandes petroleros de bandera europea la permanencia a bordo estaba restringida a un promedio de cuatro meses, pero, a finales de los noventa, las banderas europeas están en franca retirada ante lo que, del modo más desinhibido, se denominan “banderas de conveniencia”. A veces, escucho a antiguos compañeros que siguen en la brecha historias deprimentes sobre sus condiciones actuales, bajo exóticas banderas a las que les han conducido las “leyes del mercado”. (...) Si no aprendemos de una vez por todas que, en una máquina, la pieza más frágil e importante es el hombre que la maneja, la industria en general y el transporte marítimo en particular seguirán sufriendo episodios muy negros". (Un negro asunto, "Torrey Canyon", mayo de 1999).

"Torrey Canyon"

La raíz del problema es la codicia de los armadores. Por eso, por ganar más dinero, mantienen navegando buques que sufren fatiga de los materiales:
"En un petrolero de cierto tamaño, hasta las cucarachas saben que pasados quince años el casco está para el arrastre". (El barco que se rompió, "Erika", enero-febrero de 2001).
Para evitar problemas, estos buques pasan la ITV:
"A comienzos del 99 cinco de los hermanos estaban abanderados en Malta, dos en Liberia y otro en Panamá, pabellones ciertamente “convenientes”, pero ni siquiera bajo bandera de conveniencia puede un petrolero navegar “a su aire” en los tiempos que corren. En consecuencia, además de las inspecciones del país de bandera (visitas periódicas) y sociedades clasificadoras (más visitas periódicas), la pandilla sufría las temibles inspecciones “vetting” de los fletadores (¡oh!, visitas sin fin...) y, ¡rayos!, las temidas inspecciones del Convenio de París (¡visiiitaaa sorpresaaa...!)". (El barco que se rompió, "Erika").
Así y todo, el naufragio del "Prestige" era un desastre anunciado, una certeza estadística. Mientras la demanda de petróleo se mantenga, requerirá transporte marítimo. Y seguirá habiendo vertidos, mareas negras y todas esas cosas. Sobre el caso concreto del "Erika"...
"Queda el aspecto ético de torear a las autoridades, pero ha sido en Marín donde me enseñaron el concepto “finalidad de la misión”, que para un capitán mercante es algo tan prosaico como intentar defender los intereses de su armador y que la dotación no perezca en el intento. En un contexto de mar arbolada y grietas en cubierta el miedo (no la histeria) es libre y, desde el puente de un buque contaminante, las autoridades pueden percibirse como parte de la “amenaza”. Nadie parece haber prohibido expresamente nada a Mathur, pero tampoco él parece haber dado muchas facilidades, por lo visto también en la India “el que pregunta entra de guardia”. Cuando a las 0630 el casco del “Erika” arrojó la toalla, su capitán ya había reducido, sin hacer demasiadas preguntas, la distancia a la costa (Pta. de Penmarch) de 143 millas a 36, una diferencia que suele significar vidas si rachas fuerza 11 y mar montañosa convierten botes y balsas en recursos para desesperados y obligan a tirar de helicóptero con urgencia. No seré yo quien juzgue a Mathur pero, de haber sido uno de sus oficiales, le habría llevado a la cárcel una riquísima tarta (de lima).
Dado que el capitán no parece ser voluntario queda localizar algún otro culpable, pero se está en ello. La prensa francesa informó este verano del “empapelamiento” judicial de tres Oficiales Navales de la Prefectura Marítima de Brest, por “abstención voluntaria de tomar medidas para combatir un siniestro”. Serían “culpables” de haber malinterpretado los telex iniciales de Mathur y no haber intervenido durante las siguientes 16 horas, pero aquella noche tenían otro buque en apuros ante Saint-Nazaire y, si estoy en lo cierto, para interpretar a Mathur habrían necesitado ser especialistas en contrainteligencia. En cuanto a tomar medidas, enterados hacia las 2120 de la existencia de grietas en el buque, tenían previsto enviar al alba un avión (de reconocimiento, no de bombardeo) para verificar su estado; además, uno de los tres ha declarado que un casco con grietas no tiene que romperse necesariamente, lo que es muy cierto: quien suscribe hubo de viajar con mal tiempo de Gijón a Cádiz en un bulk-carrier con todas las bendiciones legales y una grieta de metro y medio en la quilla". (El barco que se rompió, "Erika").
Si le han interesado estos párrafos, probablemente querrá leer los artículos completos. Si le gustan la mitad que a mí, le van a gustar mucho. En fin... piense usted en todo esto cuando vaya a la gasolinera. Espero sus conclusiones en:
juan_manuel@grijalvo.com

P. S.- Este texto tiene un fallo garrafal: no he conseguido engarzar en él este párrafo, digno de figurar en cualquier antología:
"Inicialmente, Alexandros Gelis (el “viejo” griego del “Braer”) se tomó el asunto con previsible parsimonia (¿es para mucho?): tras veintisiete años embarcado en petroleros y habiendo mandado diez buques (uno de ellos de 423.000 TPM), sabría que el capitán no debe andar gritando por ahí ¡estamos perdidos!, al menos no antes de que se le moje el tabaco..."

Revista General de Marina

Un negro asunto, "Torrey Canyon", mayo de 1999
Misión imposible, "Amoco Cádiz", julio de 2000
Atado y bien atado, "Braer", noviembre de 2001
El barco que se rompió, "Erika", enero-febrero de 2001
y, desde junio de 2003, también
Con toda la mar detrás - El naufragio del "Prestige"

EL HONOR DEL CAPITAN CASTELO - El naufragio del "Urquiola"

El chapapote según Luis Íñigo-Madrigal...
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jueves, 9 de septiembre de 2010

Prestige





























Luis Jar Torre - CON TODA LA MAR DETRÁS

Hablando en serio - El Prestige, un año más tarde (Nuevo - Octubre de 2005)

(PUBLICADO EN LA REVISTA GENERAL DE MARINA DE JUNIO DE 2003)


...No olvide usted que la realidad tiene siempre una estructura, y que hay que atenerse a ella en lo sustancial.
Torcuato Fernández Miranda


En enero de 1975 el petrolero “Ildefonso Fierro” navegaba por el Mediterráneo camino de Coruña con 60.000 toneladas de crudo a bordo cuando uno de sus tanques laterales se agrietó. Aprovechando que pasaba por allí el buque entró en Algeciras, trasegó a otro petrolero la carga de la zona afectada y continuó viaje hasta que el 21 de enero las grietas se convirtieron en un ominoso boquete de 50 metros cuadrados en su costado, pero hora y cuarto después buque y boquete ya estaban a resguardo del temporal fondeados tras el Cabo Finisterre. En una época en que la “opinión pública” no opinaba y la “Administración Marítima Periférica” todavía usaba más la bicicleta que la torre de control, el Estado solía intervenir sólo lo justo; tras un sumario reconocimiento, cortar unas chapas sueltas y asignársele una escolta de tres remolcadores, a la mañana siguiente el “Fierro” dejó el fondeadero llegando a Coruña aquella misma noche. No hubo vertidos significativos y, sin ser una gestión antológica, al menos fue eficaz y nadie la complicó, por lo que no hubo que alterar la agenda del Presidente del Gobierno. Además, al capitán se le permitió buscarse la vida y rendir cuentas “a posteriori”, una práctica habitual desde los tiempos de los fenicios. Dieciséis meses después el “Urquiola” petroleó Coruña a conciencia tras dos errores consecutivos de la propia Administración que trataba de quitárselo de encima y que, por ello, hubo de pagar los platos rotos. La Administración reaccionó estableciendo normas mucho más estrictas para prevenir errores... ¡ajenos! y así, cuando en diciembre de 1989 y como consecuencia indirecta de otro temporal el “Khark-5” sufrió la explosión de un tanque y la pérdida de otras 50.000 toneladas de crudo entre Canarias y la Península, nuestro país le negó el refugio solicitado enviándole junto con las 223.000 toneladas de carga restantes a negociar con Neptuno en “un punto remoto del Atlántico”. Como la historia acabó bien se incorporó a un libro de “autoimagen institucional” donde, cándidamente, se alardeaba de “presión” de las autoridades y consiguiente aparato naval. Para mortificación de sus inspiradores, durante la reciente crisis del “Prestige” un agradecido alto cargo de Fomento ha descrito tal texto como “auténtica apología del alejamiento”.
El último caso significativo ocurrió en diciembre del 2000 en el Mar de Alborán, cuando una corrosión atípica asociada a un temporal agrietaron de banda a banda la cubierta del “Castor”, un petrolero de 24 años cargado con 29.500 toneladas de gasolina. Tras inspeccionarle en la mar, nuestro país tampoco le autorizó a refugiarse y el desdichado hubo de arrastrarse durante 1000 millas, 39 días y varios temporales más antes de conseguir desembarazarse de su carga. En buena lógica hubiera debido partirse, pero su estructura resultó estar sobredimensionada y resistió, lo que a mi juicio constituyó la última de una serie de nefastas “clases prácticas” para nuestra Administración Marítima. Que nadie me interprete mal, tanto la decisión de alejar al “Khark-5” (una bomba ecológica) como al “Castor” (una bomba-bomba) eran defendibles en su contexto, baste señalar que este último fue rechazado por siete países ribereños. Es curioso que en ninguno de estos casos la “opinión pública” se rasgara las vestiduras por la decisión de alejarlos (¿cosas del éxito?) pero quienes, por haber vivido sobre ellos durante años, sabíamos que hasta el petrolero más imponente tiene la espalda de cristal, sospechábamos que “la patada en la popa” no era forma de tratar a una vieja dama con escoliosis y un par de costillas fracturadas. Y así llegamos al “Prestige” y a este artículo, que hago un tanto incómodo por el riesgo de parecer un cutre profeta “a toro pasado”. Como algunos lectores saben que en esta historia intervienen conocidos e incluso algún amigo y que hasta el abogado del capitán es mi viejo profesor de Derecho Marítimo, puntualizaré que nadie se ha “ido del pico” conmigo.

LA ESTRUCTURA DEL NEGOCIO

El “Gladys” era un petrolero de crudo tipo “Aframax” construido en los astilleros japoneses Hitachi-Zosen el año 1976 bajo normas de la American Bureau of Shipping (la clasificadora “de bandera” norteamericana), que mantuvo su clasificación hasta el fin de sus días. Tenía bandera liberiana, 243,49 metros de eslora, 34,39 de manga, 18,7 de puntal y 81.589 TPM correspondientes a un calado de 14,07 metros; bajo cubierta un motor tipo Burmeister de 20.000 bhp le permitía navegar a 15 nudos con un consumo de 70 toneladas diarias de fuel, tres turbobombas le daban un caudal máximo de descarga de 7.487 toneladas/hora, un alternador de 900 KW y dos de 480 se encargaban de la parte eléctrica y una planta de gas inerte tranquilizaba al personal. Con sus mejores años ya por la popa el “Gladys” cambió de propietario, su pabellón pasó a ser de Bahamas y, en 1988, su bonito nombre fué tapado por la vulgaridad con que pasará a la historia. En 2002 su dueño nominal era lo que en el argot se llama una “naviera monobuque” (para “limitar daños”), la liberiana Mare Shipping, pero de su gestión se encargaba el manager griego Universe Maritime (quien hubo de dar la cara); ambas empresas estarían controladas por un opaco trust tras el que estarían (en condicional) los Coulouthros, una gafada familia de navieros griegos que ya había perdido en 1979 el “Aegean Captain” en un abordaje en el Caribe y en 1993 el “Aegean Sea” en una embarrancada en Coruña, en ambos casos con vertidos de infarto. Si a alguien le parece escandaloso el artificio registral debe considerar que hubo una época en que las flotas petroleras eran gestionadas con estándares más que elevados por compañías como BP, Gulf, Esso, Exxon o Amoco, y que precisamente a base de ruido mediático y saltos a la yugular de empresas solventes hemos llegado a la situación actual, en que casi nadie con algo que perder quiere ver su nombre pintado en la amura de un petrolero.
Salvo un embrollo con su hélice en 1991, el “Prestige” pasó los noventa sin pena ni gloria. Entre 1996 y 1999 tocó tres veces Algeciras y una Las Palmas, así como puertos franceses, alemanes, británicos, holandeses, canadienses y norteamericanos y entre noviembre de 1998 y septiembre de 1999 le constan cuatro inspecciones en EEUU (una deficiencia), otra en Canadá (sin deficiencias) y otra en Rotterdam (tres deficiencias). Cabe señalar que, estadísticamente, casi un 58% de las inspecciones se saldan con deficiencias y más del 9% con detenciones, pero el “Prestige” se perdió sin detenciones en su historial. Pasada la exaltación de los primeros momentos sería prudente detenernos en este tipo de inspecciones (París MOU on Port State Control) antes que, tras repetir como autómatas alguna indiscriminada generalidad sobre “banderas piratas”, alguien nos saque los colores. En el último informe anual publicado por el MOU (2001), los países se dividen en tres grupos en función del número de deficiencias y detenciones sufridas por buques de su pabellón en el curso de las 18.681 inspecciones efectuadas dicho año. Como el primer grupo se llama “black list” no entraremos en detalles y pasaremos al segundo grupo (“grey list”), donde encontramos a España en el segundo puesto por arriba e intentando colarse en la “white list”; aunque cuarto por la cola, Bahamas (el pabellón del “Prestige”) aparece en la “white list” junto con Liberia y la flor y nata de los pabellones europeos. Pues eso.
Según su clasificadora, a partir de octubre de 2000 el “Prestige” se habría dedicado casi de continuo al bunkering “...with a large fender positioned at Frame 71 starboard” (ojo al dato). A primeros de abril de 2001 aparece por los astilleros Cosco de Guangzhou (R.P.China) para pasar la “Special Survey No. 5”, digamos que una “gran carena”. Durante ocho semanas se le revisó de quilla a perilla incluyendo tomas de espesores, que reflejaron una reducción media de escantillones inferior al 10%, aunque el tanque lateral 3Er presentaba reducciones del 10-15%. En total se sustituyeron 362 tons de acero, principalmente entre las cuadernas 61 a 71 del tanque 3B y las 65 a 70 del 3E. Significativamente, en estribor se renovaron los dos tercios superiores del mamparo transversal entre los tanques 2ErPp y 3Er, así como buena parte de los baos de ambos; la obra finalizó el 19 de mayo con un coste aproximado de un millón de dólares y el “Prestige” recibió los oportunos certificados, volviendo a su trabajo de pontón. Entre el 15 y el 25 de mayo de 2002 superó la siguiente inspección anual (que no incluyó tanques de lastre) en el fondeadero de Fujairah (Golfo de Omán) y, apenas terminada, salió para aguas europeas. El 7 de junio tocó brevemente Kalamata (Grecia), el 13 fondeó unas horas en Gibraltar para repostar y el 21 de junio llegó a San Petersburgo, donde permaneció cuatro meses como almacén de fuel-oil que recibía de gabarras y transfería a buques cuyo calado les impedía acceder a las refinerías. En octubre salió un flete para llevar un cargamento de fuel pesado con destino a determinar (“...there was no specific destination on the bill of lading”) por cuenta de Crown Resources AG, una polémica empresa vinculada a Gibraltar y filial del holding ruso Alfa Group sobre la que se ha escrito de todo. No era el negocio del siglo, al parecer se lo consiguió “Petrian Shipbrokers” a razón de unos 13.000 dólares diarios en lugar de los 18.000 que serían más normales. Pero tampoco el “Prestige” era ya un petrolero normal; a despecho de sus papeles en regla, tras el desastre del “Erika” los inspectores “vetting” de las refinerías de postín le rechazaban por constituir (como todos los monocascos de su generación) un potencial desastre económico y de imagen (¡un “des-Prestige”!). Era un paria condenado a llevar lo que nadie quería a precios de saldo y a ser desguazado forzosamente no más allá del 2005; reparado y todo su valor rondaría unos 10 miserables millones de dólares, estaba asegurado en 7 y, al parecer, hipotecado. Puesta en Singapur, la carga valdría otros 14 millones en el mercado del “bunkering”.
El 30 de octubre, tras sufrir otra inspección sin incidencias, salió de San Petersburgo a media carga (50.883 toneladas por limitaciones de calado) para completar en Ventspills (Letonia) hasta 76.973 (77.033 metros cúbicos) de un fuel cuyo contenido en azufre (2,58%) lo hacía infumable en la Comunidad Europea; en Letonia una pequeña cantidad rebosó en cubierta (¡perada!) siendo arrastrada al mar por la lluvia, con lo que además les “llovió” un puro. El 5 de noviembre abandonó Ventspils y también debió tener problemas de calado, pues lo primero que hizo fue entrar en Kerteminde (Dinamarca) para tomar combustible el día 7; aunque algún informe habló de sobrecarga (se ha escrito que salió de Ventspils con un calado de 14,05 metros, la marca de verano) la carga era unas 4.616 toneladas inferior al P.M. correspondiente con apenas combustible a bordo porque, dada la baja densidad del Báltico, el buque estaría sobrecalado unos 25 centímetros con respecto al Atlántico, donde sólo calaría unos 13,80 metros (grosso modo la marca de invierno). De Kerteminde el “Prestige” salió a enfrentarse con su “destino final”, o al menos con el de su carga, que con toda probabilidad era Singapur. La página del Cuaderno de Bitácora que se ha publicado tiene el destino en blanco, pero “Radio Macuto” decía que pararían en Gibraltar para aprovisionarse y el buque informó expresamente por VHF su destino: “Gibraltar for orders”. Es probable que en Dinamarca tomaran sólo el combustible necesario con idea de completar a mejor precio fondeados en la colonia.

LA ESTRUCTURA DEL ATLÁNTICO

Tras cuatro meses parado el “Prestige” andaba un tanto bajo de forma y parece que su quejumbroso jefe de máquinas fue advertido por Universe Maritime que, salvo emergencias, no tomarían en consideración nuevas comunicaciones verbales. Tampoco produjo una gran impresión al práctico danés que lo sacó del Báltico (“...it was obsolete, and I hoped that it would be sent directly to the scrap yard”), irritado quizás por algún detalle aislado (“…the radar and anti-collision equipment was not working”) o algún “mal rollo” (“...the skipper was an elderly Greek man who was very difficult to work with”). Como además de “difícil” el capitán del “Prestige” ha sido descrito como “autoritario”, “huraño”, “rudo” y “de muy mal carácter”, imagino las “dificultades” del práctico de haber sido sorprendido llamándole anciano. Ioannis Apostolos Mangouras había nacido en la isla griega de Icaria 67 años atrás, y llevaba 32 mandando petroleros de entre 60.000 y 450.000 toneladas. Es muy difícil superar tal currículo sin convertirse en un autócrata, siquiera en “defensa propia”, y el hecho de que le confiaran un barco a sus años y ¡estando operado del corazón! apunta que estamos ante todo un carácter. Mangouras había embarcado el 13 de septiembre para la que sería su tercera campaña a bordo del petrolero, que ya había mandado entre enero y agosto del 2000 y entre marzo de 2001 y junio de 2002 (¡jo!); a su edad, hubo de recurrir a una pirueta legal y una licencia temporal para hacerlo. El jefe de máquinas era el también griego Argyropoulos Nikolaos (¡de 63 años!) pero, a excepción de un ajustador rumano, el resto de los 27 tripulantes eran filipinos. Obviamente su formación, experiencia y salarios eran de lo más “económico” del mercado pero, con todo, el buque tenía un “Safety Management Certificate” en regla expedido un año antes por el Bureau Veritas.

Análisis de superficie (isobaras cada 2 mb) dos horas antes del accidente.(Infomet - Universidad de Barcelona)
El “Prestige” entró en nuestras vidas a las 0804 locales del miércoles 13 de noviembre reportándose rutinariamente a Finisterre Tráfico como C6MN6, en posición 4331N 0942W (30 millas al NW de Villano), navegando al 210 a ocho nudos y camino de Gibraltar. Su raquítica velocidad obedecía a estar sufriendo los efectos de un “tren canadiense” cuyos frentes asociados enlazaban directamente Europa con Norteamérica; como la cosa venía de atrás, también había una considerable mar de leva. Según los análisis de medianoche a medianoche, en aquel momento la baja más cercana estaría pasando al Sur de Irlanda y profundizando a 967 milibares pero, por sí solo, esto no justificaría los vientos huracanados que azotaron la cornisa cantábrica a primera hora de la tarde; recordemos que en Bilbao y Coruña un par de grúas cayeron sobre sendos edificios matando a dos personas. Un análisis de superficie de las 1300A explica mejor lo ocurrido: la baja irlandesa se extiende en vaguada hasta Galicia creando un enorme gradiente con las altas presiones relativas del SE de la Península. El Cuaderno de Bitácora del “Prestige” registra entre las 0800 y las 1200 una caída de presión de 15 milibares (cuadra al milímetro) consecutiva a una noche toledana con temporal de proa y seguramente moderados (¡no hay casilla para las RPM!).
Si alguien esperaba reconstruir la derrota del petrolero en base a este documento va de cráneo: el cálculo de la velocidad media de las 24 horas anteriores tiene un error aritmético y, pese al “GMT -1” que encabeza la singladura, la entrada del accidente es sin duda GMT sin constar cambio de hora en los “Remarks”, lo que deja la página en un limbo temporal. Finalmente, aunque dicha página sólo tiene anotadas tres situaciones, podría esperarse al menos que fueran útiles para definir su trayectoria aún sin referencia horaria fiable, pero ni eso. A las 1100 consta que se arrumba al 180 en una posición inconsecuente con la “noon position” (que está 6 millas ¡hacia atrás!), lo que podría significar media hora larga apopados a la mar (¿personal en cubierta?) o, más probablemente, un error de trascripción. La última anotación “normal” del Cuaderno es de las 1200, seguramente del Tercer Oficial saliente de guardia; registra un viento SSW de fuerza 9, “o´cast sky, strong gale force wind, very rough sea, vsl rolling heavily” y, significativamente, que a esa hora el rumbo de la “gyro” pasa a ser 190 para poder mantener el 180 verdadero; ya con rumbo Sur, la mar de viento habría pasado de proa a la amura de Er y la de fondo del través a la aleta de Er. Del lío de horas y situaciones del Cuaderno puede intuirse una velocidad media de 8,6 nudos durante las tres horas previas al accidente aunque, visto lo que pasó, no es descartable que en el último tramo fuera superior. Si Mangouras aumentó revoluciones tras doblar Finisterre es fácil que un íntimo desasosiego le acompañe el resto de sus días (los capitanes de su especie jamás pierden la cara en público). Con todo, su decisión habría sido perfectamente ortodoxa: lo habitual en estos casos es que el “viejo” aumente máquina paulatinamente, observe cómo se porta el barco y, si el intento no funciona, modere al segundo pantocazo y vaya a quejarse directamente a su Diario de Navegación.

LA ESTRUCTURA DEL BUQUE

Todos los testimonios coinciden en que a las 1510 hora española el “Prestige” experimentó un fuerte golpe por estribor (a alguno le arrojó al suelo y a otro le despertó con un golpe en la cabeza) simultáneo a un estremecimiento y un ruido “como una explosión”; cinco minutos después el buque comenzó a escorar a estribor hasta estabilizarse en 24º hacia las 1525. Alguien activó el dispositivo de alarma por llamada selectiva digital (que transmite la identificación del buque y su posición GPS) y Finisterre Tráfico recibió la señal a las 1515, identificando al buque y situándolo en 42º54N 0954W; a las 1517 se pudo escuchar un entrecortado “mayday” por VHF. En el Cuaderno de Bitácora del petrolero hay una precipitada entrada de las 1410 que dice: “SEND DISTRESS LAT 42º54,5N LONG 009º52,1W”, también inexacta, pero todos sabemos se haría “a ojo”, “a posteriori” y con otras “inquietudes”. Bajo la entrada de las 1410 hay otra (sin hora) que dice: “INFORM ALSO FINISTERRE TRAFFIC CH 11 FOR MAYDAY” y aquí acaba el último Cuaderno del “Prestige”. Con el cuerpo del delito en manos de Poseidón jamás conoceremos con certeza las causas del accidente, pero podemos señalar algunas “no causas” desde ahora mismo. En primer lugar no hay evidencia de explosión interna, por lo demás improbable en un petrolero cargado de fuel e inertizado (a las 1100 consta un “V/L INERTED”). Se apuntó la posibilidad de choque con objeto flotante pues, debido al temporal, un par de buques habían perdido troncos y algún contenedor los días anteriores, pero el efecto causado por tales objetos no pasaría de un bollo en la amura o (en el peor de los casos) una pequeña inundación en el pique de proa. Además, nadie habría sentido el golpe: en un buque como el “Prestige” el choque con un objeto “ligero” (pongamos de hasta 100 toneladas) es absolutamente imperceptible y, para tirar a alguien al suelo, se requiere involucrar un “objeto” de muchos miles de toneladas. Por añadidura, ante un enorme destrozo surgido a media eslora (como es el caso) en un buque de 243 metros navegando en línea recta, casi sería más plausible pensar en un meteorito que en un tronco (¡sí, aunque haya balance!). Es cierto que capitán y clasificadora mencionaron la posibilidad del “objeto flotante”, y en su caso yo hubiera hecho lo mismo: una “circunstancia externa” supondría para cada uno de ellos y por diferentes motivos un regalo de los dioses.
Cualquier marino sabe la causa más probable de que, con temporal de proa, su buque experimente un fuerte golpe seguido de un estremecimiento: se llama pantocazo y, de prodigarse, el fenómeno resta puntos al “viejo” y vida al casco. Un gran petrolero cargado no suele dar pantocazos con mar de amura, pero puede ocurrirle algo que, de Agregado, yo llamaba “chocar con una ola” para desesperación de puristas. Si cien mil toneladas de barco navegando a cierta velocidad y con su proa en la parte baja de un cabeceo empujan la amura de estribor contra una enorme ola, a la que un viento huracanado haya vuelto anormalmente corta y la interacción con una “maría” de leva convertido en efímero monstruo, el resultado también es un “fuerte golpe” y un “estremecimiento”, en este caso acompañado de un característico “culeo” por la componente lateral del castañazo. Las fuerzas generadas intentarán “doblar” la proa a babor y hacia arriba, produciendo compresión en la zona de cubierta a media eslora (según Mangouras, dos tapas de registro y siete tapines de butter “saltaron con el golpe”). En dicha zona también se producirá tracción en las planchas del fondo y, más significativamente, en las del costado de estribor con nulo beneficio para sus soldaduras, especialmente si ya están “tocadas”. Por el momento nadie ha asegurado que tal cosa le ocurriera al “Prestige”, pero se ha apuntado que “...there have in the past been cases where major steel renewals have led to fatigue hotspots where new materials join the old, as well as leading to structural deterioration as the reaction between different materials (galvanic action) causes frames to detach and shell plating to fail.” ; es casi seguro que la avería se inició en la cuaderna 71Er, prácticamente el punto de unión del material nuevo con el viejo. Con todo, no le falta razón a la clasificadora cuando señala el probable inicio del desaguisado a partir de un punto débil por deformación o rotura de elementos estructurales a causa de los 87 buques (alguno de hasta 123.893 TPM) que se habían abarloado al costado de Er del petrolero en los diecisiete meses anteriores, sugiriéndose el tamaño inadecuado de alguna defensa. De hecho, en 1989 uno de los cinco gemelos del “Prestige” (el “Apanemo”) ya había sufrido tales averías en operaciones similares. Inicialmente la avería hubo de consistir en una gran grieta (que nadie llegó a ver) bajo la flotación y contigua al mamparo transversal entre los tanques 2ErPp (lastre limpio, vacío) y 3Er (carga, vacío), que embarcaron unas 10.000 toneladas de agua en apenas quince minutos (casi 700 toneladas por minuto).
A las 1525 el “Prestige” era un caos. Los al menos 15º de balance (“...vsl rolling heavily”) producidos por olas de más de 8 metros sumados a los teóricos 24 grados de escora y aproximadamente 135 centímetros de inmersión (73,8 t/cm) originada por la inundación dejaron al buque en una situación que describiré cartesianamente para no ser tachado de exagerado.

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Efecto de una escora permanente de 24 grados y un balance de 15 grados sobre el buque atravesado a la mar después de la avería y antes de contrainundar; se trata de un balance conservador por lo bajo (el ABS ha calculado un balance teórico de 18,6 grados). La situación concuerda con la descrita por el capitán (pescantes de estribor 1,5 metros bajo el agua) y, sumada a olas de 8 metros, explica perfectamente la controvertida decisión de contrainundar (elaboración y cálculos propios sobre un plano obtenido de ABS).

Además, la escora disparó la parada de emergencia por baja presión de aceite del motor principal y su alarma se sumó a la cacofonía de la alarma general hasta que, para evitar un desaguisado por fuel en los circuitos de inyección, el jefe bajó para arrancar de nuevo, cambiar la inyección a diesel y efectuar una parada segura; que yo sepa, nadie le reconoció que salvara el motor. Poco después la mar había arrancado de sus pescantes el bote salvavidas de Er, destrozado parte de la pasarela de cubierta e inundado interiores; a juzgar por las entrecortadas transmisiones del buque, en el puente daban por hecho que se hundiría en pocos minutos. El capitán se quejó amargamente de las escenas de pánico protagonizadas por algunos tripulantes.

A los cinco minutos de recibir el “Mayday” Finisterre Tráfico ya había movilizado un helicóptero, y a los seis ya había ocurrido el primer episodio chusco: la imposibilidad de movilizar un segundo helicóptero por saturación de líneas telefónicas. Hay que reconocer que nadie perdió el tiempo, a las 1534 un remolcador de salvamento estaba de camino, a las 1535 se requirió asistencia inmediata a los buques en zona y a las 1555 ya había dos helicópteros en el aire. En tanto, las comunicaciones con el “Prestige” resultaban apenas inteligibles y extraordinariamente alarmantes. Finisterre había solicitado al “Walilly” (un buque situado a dos millas) que se acercara al “Prestige”, a las 1600 ya estaba a media milla informando de la fuerte escora, que por la chimenea salía algo de humo, el radar funcionaba... y en el agua había fuel. A las 1619 el “Walilly” informó al helicóptero más próximo (“Pesca 1”, a 13 minutos de vuelo) que sólo era visible media cubierta del “Prestige” y que la tripulación estaba agrupada esperando el rescate. Algunos hacían algo más que esperar: más o menos por entonces Mangouras debió concluir que, de no eliminar la escora de inmediato, su buque tenía los minutos contados y en consecuencia ordenó lastrar los tanques 2BrPp y 3Br. Lo primero que vieron desde el helicóptero fue un buque “...tan escorado que no vimos el agujero”, a sus tripulantes agrupados en el alerón de babor “...menos dos marineros que, increíblemente, se encontraban en la mitad de la cubierta, enfangada de petróleo y barrida por unas olas que saltaban el barco de babor a estribor”. Ambos tripulantes habían sido enviados a cerrar una válvulas y “...de repente, una ola barrió la cubierta y se tragó a uno de ellos: desapareció. ...ya íbamos a buscarlo cuando reaparece el tío, agarrado a un pasamanos: increíble, no sé cómo pudo conseguirlo. El otro le ayudó a retrepar sobre la cubierta”. Como no será la última “excursión” a cubierta de la jornada, memorizaremos bien el “cuadro” para cuando llegue la noche.

El “Prestige” visto desde el primer helicóptero de salvamento (entre las 1630 y las 1710 horas del día 13). La serie completa a la que pertenece esta foto apunta una escora permanente de unos 10 grados, lo que confirma que ya se estaría contrainundando (helicóptero “Pesca 1”, Junta de Galicia)


LA ESTRUCTURA DEL DESCONCIERTO

Si Mangouras cometió un error fue permitir que la práctica totalidad de su dotación abandonara el buque; según él “...estaban muy asustados. Algunos marineros estaban llorando” y “...en esas condiciones, más que una ayuda constituían un peligro”; el jefe de máquinas dijo que “...la tripulación se asustó y se quiso marchar” pero también dijo haberle advertido que, si el resto de los tripulantes abandonaba el buque, él sólo “no podría volver a poner en funcionamiento las máquinas” y que Mangouras “no me respondió”, lo que encaja con el perfil del “viejo”. Duele pensar que, si algo agravó para él las consecuencias de su error inicial, fue que la profesionalidad (o el ego) le forzaran a permanecer a bordo y hacer su trabajo de la mejor manera que supo. A las 1710 el “Pesca 1” abandonó la zona con siete tripulantes y a las 1820 hizo lo propio el “Helimer Galicia” tras izar a otros diecisiete e informar que a los tres que faltaban “...no se les ve intención de abandonar el buque”. Quedaban a bordo el Capitán Mangouras, el Jefe Nikolaos y el Primer Oficial Ireneo Maloto, un filipino de 39 años particularmente eficiente y discreto que, desde el inicio mismo de la crisis, parece estar en todas partes ayudando al “viejo”. Tres minutos antes de irse el último helicóptero Finisterre contacta con el “Prestige” y le comunica que un remolcador de salvamento está a tres millas y que “...debería darle cable para que les remolquen. Lo agradeceríamos. ¿Es posible?”. El “Prestige” no responde por dos veces (¡conciliábulo!) y, a la tercera, se acaban las amistades: “Le ordenamos que le dé, para ser remolcado, señor, porque su barco está en una muy, muy mala situación, señor. Tiene que ser remolcado porque está derivando hacia la costa española”. Según la trascripción de la cinta, la respuesta es “ ...el remolcador recibe órdenes de los armadores, no de mí”, pero el registro escrito de Finisterre dice: “ ...damos órdenes de que den el remolque de emergencia al Remolcador Ría de Vigo que está llegando a la zona. El capitán contesta que sólo recibe ordenes de su armador...”. En este momento, Mangouras acaba de traspasar sin sospecharlo una puerta con cerrojo.


Efectos de la escora: en la foto superior se aprecia que el bote de estribor ha sido arrancado directamente de sus pescantes (obsérvese la posición de las pastecas).En la foto inferior se aprecia la altura del bote, visible bajo el alerón de estribor, sobre la flotación (fotos publicadas en “El Correo Gallego”).

Es posible que la voz del “Prestige” (que a veces era Maloto) tuviera información más “actualizada” que Finisterre respecto al remolcador. El “Ría de Vigo” estaba arrendado a Salvamento Marítimo para atender emergencias y precisaba su autorización para efectuar operaciones por cuenta propia pero, según el Ministerio de Fomento, su armador habría incumplido el contrato al alcanzar un acuerdo sin autorización con la empresa holandesa de salvamento “Smit Tak”, contratada a su vez por el manager del “Prestige”. A las 1650 Mangouras había contactado por satélite con sus superiores, y a las 1700 éstos ya negociaban un acuerdo con Smit-Tak (se firmó hacia las 1930: un “Lloyd´s Open Form” con cláusula “Scopic”). A las 1815 ya existían contactos entre Smit Tak y el armador del “Ría de Vigo”, aunque éste afirma que no puso el buque a disposición de los holandeses hasta las 2100 y tras ser informado por éstos de la autorización de Salvamento Marítimo. En la transcripción consta que Finisterre ordena cuatro veces tomar remolque, pero también que (sin negarse de plano) Mangouras solicita contactar con su Armador y, es significativo, que colabora con la mejor idea de la tarde: “Sí, si recibo la orden, que suba a bordo la tripulación del remolcador, la tripulación del remolcador porque no hay tripulación a bordo para dar los cables al remolcador. Sólo un momento. Contacto otra vez con mis armadores”; también consta que se le da el visto bueno (“OK, puede contactar con su armador, adelante”). Quien no capte la importancia que tiene para un viejo marino griego elegir el remolcador adecuado en una crisis donde la “ausencia” de tripulantes puede transformar un salvamento en un “hallazgo”, tampoco captará que demasiada presión puede ser contraproducente: según Mangouras, en algún momento “ ...el Jefe de Máquinas sufrió una crisis de nervios y comenzó a tener la idea fija de que los buques de salvamento internacionales iban a asaltar el “Prestige”, asesinar a la tripulación y robar la carga”.
Para entonces, también el “Prestige” estaba sometido a cierta “presión”. El petrolero estaba navegando con un momento flector del 48% (por quebranto), que tras la inundación inicial había pasado al 125% (por arrufo) y tras la contrainundación al 154% del máximo permisible para aguas tranquilas; con olas de 8 metros y sin continuidad estructural estaba listo a medio plazo. Inundar los tanques 2BrPp y 3Br debió ser una maniobra desesperada ante el convencimiento de que el buque no sobreviviría a la inundación de su superestructura (según Mangouras las olas cubrían “...el nivel de la cubierta, el de los botes y un metro y medio más”). En mi opinión, una alternativa más elegante a contrainundar hubiera sido intercomunicar el 3C con el 3Br y topear después este tanque trasegando con turbobomba el contenido del 2ErPr, maniobra que (a la vista del plano y si no he perdido facultades) habría adrizado completamente el buque sin aumentar el momento flector ni la inmersión ya existentes, pero el horno no estaba para bollos y así son las emergencias. El lastrado finalizó hacia las 1810 con una escora residual de 3º (me sale una inmersión total de 2,70 metros desde el inicio de la avería y un calado final de unos 16,5 metros, 17,4 con la escora); según el Primer Oficial, a partir de este momento él y Mangouras dieron “...una vuelta por el barco para comprobar si había más daños”. La clasificadora cree que a esta hora los tanques de carga permanecían intactos y el buque perdía fuel únicamente por las tapas que habían saltado en cubierta. Tampoco el capitán debió ver salir fuel por el costado, pues a las 2101 comunicaría a Finisterre que “...la primera opinión es que se rompió el mamparo entre el tanque 3 del centro y el número 3 del fondo (sic), un tanque vacío, porque ..... sólo 10 minutos, 10 minutos el barco se escoró 22 grados a estribor”. Pero la cosa era más grave y todavía se agravaría más: en las siguientes veinticuatro horas se vertieron unas 4.000 toneladas de carga, lo que apunta una posterior rotura del mamparo entre los tanques 2C o 3C y los 2 ErPp o 3 Er, que estaban en libre comunicación con la mar a través de la grieta.

Distribución de la carga y aspectos estructurales del accidente (elaboración propia sobre planos obtenidos de ABS y cálculos extractados del “Technical Analyses Related to the Prestige Casualty”, American Bureau of Shipping, 20 de febrero de 2003)

Al menos funcionaba el grupo de emergencia pues, tras producirse el ocaso a las 1818, a las 1840 el “Ría de Vigo” informó que tenía la cubierta iluminada y luces de sin gobierno; pero también había sombras: a las 1920 Finisterre ya gestionaba trasbordar... ¡una pareja de la Guardia Civil! El mosqueo obedecería a no haberse largado el remolque de emergencia, un dispositivo instalado en toldilla e inaccesible a causa del temporal que, para entonces, estaba rolando al WNW y amainando a 30 nudos con una mar gruesa de viento superpuesta a otra de leva de 3 metros. A las 2006 Finisterre hace la primera llamada registrada desde las 1817 para pedir al capitán que permanezca en el puente diez minutos porque las “autoridades marítimas” van a contactar con él: no consta tal contacto (¿telefónico?), pero la respuesta de Mangouras (“sí, estoy siempre en el puente, porque estoy esperando al remolcador, esperando para recibir el barco aquí”) invita a pensar qué cuernos está pasando. A las 2036 Finisterre indica a Mangouras que han recibido “...un fax de su armador y debe contactar lo antes posible con su director, su armador, porque están de acuerdo en dar rápidamente el remolque al Ría de Vigo” y a las 2101 Mangouras contesta que “...el armador está de acuerdo en dar el remolque, pero, deben subir a bordo quizás miembros de la tripulación del remolcador para prestar ayuda al ..... impulsar el barco”. Hasta aquel momento, el “Prestige” había abatido 8 millas hacia la costa, de la que distaba otras 19.

LA ESTRUCTURA DEL ABISMO

La maniobra de toma de remolque iniciada a las 2101 tenía muy pocas posibilidades de funcionar. Remolcar una masa de 94.983 toneladas con mar gruesa exige un tren de remolque, no un simple “cable”; en una emergencia puede intentarse (sólo intentarse) con un cabo específico de remolque durante unas pocas horas y con potencia reducida, pero partiendo de unos mínimos que, aquí, sencillamente no existían: en primer lugar el “Prestige” era un “cadáver” carente de vapor para sus cabrestantes y en segundo lugar tres personas no pueden sustituir a un cabrestante, es así de sencillo. Me consta que un cabo de remolque mojado puede intentar izarse al castillo con seis mozos y algún juramento, pero con tres “carrozas” la cosa no funcionará ni usando el látigo. Las alternativas son arriar el remolque propio (tras sacarlo del pañol y subirlo al castillo, con lo que volvemos al punto anterior) o que el remolcador ice su propio cabo por retorno de un virador, lo que aparentemente se intentó en este caso. Ahora convertimos la cubierta en una rompiente, los currantes en un geriátrico, dejamos al “viejo” en el puente a cargo del VHF y ya tenemos el cuadro. El “Ría de Vigo” se arrimó todo lo que pudo y más (en algún momento, el ancla le hizo un estropicio en la superestructura) pero, como era de temer, a medianoche todas las sisgas del remolcador menos una estaban rotas en el castillo del petrolero. En ese momento (casi seis horas después de pedirlo Mangouras), se decidió helitransportar dos marineros del remolcador “Ibaizabal Uno” al “Prestige”, donde llegaron a las 0221 con el buque ya a 16 millas de tierra; pero seguían siendo insuficientes. A las 0406 se habían roto otros dos viradores, la mar estaba empeorando (ahora embarcaba en el castillo) y, tras siete horas de suplicio, los agotados Maloto y Nikolaos hicieron mutis por el foro. La cosa se puso tan borde que a las 0613 Finisterre ordenó por cuatro veces al capitán que también él fuera a proa a tirar de estacha, un suceso sin duda asombroso para Mangouras (¿? “...por favor repita”).
Mientras el “Ría de Vigo” (de 8.800 HP) seguía partiendo viradores, a las 0634 Finisterre solicitó al jefe la relación de tripulantes que necesitaría reembarcar para arrancar la máquina; de los diez solicitados sólo cinco se ofrecieron voluntarios. A las 0759 comenzó a clarear con cuatro remolcadores al costado del petrolero y a las 0850 el más manejable “Charuca Silveira” consiguió hacer firme un cabo, pero faltó a los 55 minutos (demasiado corto); en todo caso, sus 3.600 HP no hubieran bastado para la faena, por lo que el “Ría de Vigo” volvió al tajo. Para entonces casi había calmado el viento (dejando una mar de leva de tres metros) y comenzaban a llegar “refuerzos”: a las 0915 el “Pesca 1” arrió en cubierta cuatro operarios de una empresa de salvamento y a las 0950 el “Helimer Cantábrico” arrió los voluntarios filipinos y un peculiar inspector de seguridad marítima “comisionado” para arrancar el buque. Ante la percepción de que Mangouras no “colaboraba”, la Administración le enviaba la horma de su zapato: un antiguo jefe de máquinas ¡de 68 años de edad! que se las sabía todas y capaz de hablarle al “viejo” en su propio “idioma”. Faltó el canto de un duro para que también cayera del cielo un cargamento de Guardias Civiles, pero finalmente quedaron en el aeropuerto en “stand by” y el potencial “garrote” adquirió forma de fragata. A las 1340 y con el “Prestige” 4,6 millas al NW de Toriñana, el “Ria de Vigo” consiguió afirmar un remolque y comenzar a alejarlo a dos nudos de una costa que ya no volvería a ver.
El inspector encontró al capitán “apático y cansado” y se puso en contacto con el Jefe comenzando así un irrepetible duelo entre tres ictiosaurios que sumaban 198 años. La idea de Mangouras era dirigirse a tierra, trasegar la carga y salvar su buque que, no podía ignorarlo, estaba irremisiblemente perdido de seguir en la mar; además estaba convencido de que arrancar el motor principal sería una pésima medicina para una grieta que ya degeneraba en boquete. En cambio, las instrucciones del inspector debían limitarse a arrancar la máquina y alejar aquella ruina de la costa: en determinado momento Mangouras le recordó enfadado que el capitán era él a lo que respondió: “eso es cierto, pero si no colabora conmigo un oficial de la fragata de la Marina de Guerra vendrá a relevarle de su cargo”. Tras superar una supuesta falta de aire de arranque, un compresor supuestamente averiado, una supuesta falta de potencia para las bombas de circulación, un auxiliar “infraalimentado” y con supuestos problemas de acoplamiento, otros supuestos problemas de filtros, la rotura de una pieza irrompible y, finalmente, amenazar a su colega griego con la Guardia Civil (“...en ese momento la actitud del jefe de máquinas cambia...”) el inspector se doctoró “cum laude” arrancando el motor. Parece obvio que tampoco Nikolaos era “partidario” pero como (por desgracia) estaba cargado de razón, la victoria táctica del inspector quedó inscrita en un desastre estratégico. A las 1525 el “Prestige” salió avante a 55 RPM con rumbo NW.

Evolución de la avería



Evolución de la avería: arriba, efectos visibles en la mañana del 14 (Foto Helicóptero Pesca 2 - Junta de Galicia). A mi juicio la deformación que se observa entre los manifoles y la borda de Er. puede deberse al efecto hidrodinámico del balance sobre una zona ya debilitada (la columna de agua alcanzó aquí 8 metros con la escora). En medio, fotografía publicada en “El País” tomada casi con seguridad la tarde del 14 navegando avante. Abajo, estado de la avería el día 18 (Foto Polmar II - Douanes Francaises, con acotaciones propias).

Si en algún momento pudieron salvarse los percebes de la que les venía encima fue entonces, con el buque operativo, sin apenas pérdidas y el refugio al alcance de la mano. Pero en la decisión inicial de alejarlo hubieron de pesar la sensación de inseguridad creada tras veintitrés horas de abatimiento descontrolado y la aparente falta de fiabilidad de Mangouras, que personalmente creo fruto de una desgraciada serie de malentendidos. A “toro pasado” sabemos que el petrolero podría haber entrado en Coruña o fondeado en Finisterre, y que la decisión final de arrojarlo a las fauces de una cadena de borrascas que llegaba hasta Canadá aparenta carecer de otra finalidad estratégica que “desviar” el problema, “método” este que (como hemos visto) ya había funcionado con el “Khark-5” en 1989 y con el “Castor” en el 2000. Con todo, es difícil envidiar a quienes tomaron la decisión cuando se tiene la certeza moral de que los mismos que les denunciaron por alejar al “Prestige” les habrían denunciado igualmente por no haberlo hecho y que, probablemente, ni siquiera descargarlo en Coruña al precio de manchar sus playas con una milésima parte del fuel que finalmente se derramó les habría evitado una denuncia por delito ecológico. Sin salir de Coruña, alguien comentó que “los ecologistas podrían bloquear el puerto”, los prácticos no parecían excesivamente entusiasmados y alguna autoridad local propuso bombardear al petrolero con “bombas de fósforo” para incendiar su carga (a tal efecto habría dado lo mismo bombardearle con “bombas de retrete”, mucho más ecológicas).

Secuencia de acontecimientos. Aunque utilizo situaciones de cuatro fuentes distintas, la mayoría proceden de las transmisiones del remolcador “Ría de Vigo” a Finisterre (elaboración propia)


Incapaz de navegar a menos de 6 nudos sin entrar en crítica, durante el resto del día 14 el “Prestige” continuó alejándose de tierra a rumbo 330 y con dos remolques firmes mientras la mar hacía de abrelatas en la grieta y el “viejo” se daba a todos los demonios; finalmente, hacia la 0100 del 15 ocurrió lo inevitable (una raja de 35 metros en el costado) y paró máquina, justo dos horas antes de que llegara el capitán de salvamento para tomar el mando. A las 1803 del día 15 Mangouras abandonó el buque con su gente, siendo detenido apenas bajó del helicóptero por presunta “desobediencia a la autoridad” y “delito contra el medio ambiente”; tras ochenta y un días de prisión quedaría en libertad bajo fianza de tres millones de euros y pendiente de juicio. El pobre hombre salió de la cárcel con mucho mejor aspecto físico del que tenía al entrar, pero sospecho que no apreció la terapia y que los esquemas sobre la autoridad de un capitán fuera de las 12 millas van a precisar cierta redefinición. También la precisaba su relevo, que para poder embarcar había debido comprometerse por escrito a no estar nunca a menos de 120 millas de “las aguas jurisdiccionales españolas” y que, ante la falta de “voluntariedad” de todos nuestros vecinos, resultó tener el “refugio” más cercano en Cabo Verde (y si cuela coló). En pocas horas llegó la siguiente borrasca, con vientos de 45 nudos y mar gruesa; a las 1000 del día 16 la cosa estaba tan fea que, inicialmente, los técnicos de salvamento no reembarcaron porque, con un destrozo cada vez mayor que ya afectaba la cubierta, el buque amenazaba romperse en dos. Increíblemente no llegó a partirse pero sí pareció hacerlo su espalda quedando proa y popa precariamente unidas, con un boquete de 50 metros y la cubierta desaparecida en parte. El día 18 se hizo cargo del remolque el “De-Da”, un monstruo chino de 221 toneladas de “bollard pull” contratado por Smit Tak, permaneciendo en la zona otros dos remolcadores y una fragata españoles... y otra portuguesa que, a las 2340, preguntó si no sabían que no podían entrar en su Zona Económica. La siguiente borrasca estaba prevista para el día 20, pero el “Prestige” no quiso esperarla; a las 0800 del día 19 su dolorida estructura se cansó de hacer un trabajo para el que no estaba diseñada y, tras plegarse sobre su cubierta, se partió en dos 132 millas al WSW de Finisterre, hundiéndose la popa a las 1145 y la proa a las 1618 en sondas de 3.830 y 3.565 metros. La subsiguiente rotura de tanques e impacto contra el fondo originaron que, aunque obturadas las pérdidas por un batiscafo, al día de hoy no quede a bordo ni la mitad de la carga original. El CSIC estima que extraerla tendrá un coste de 230 millones de euros, que sumados a otros 1.000 calculados por el Gobierno para limpieza del litoral suman unas cincuenta veces el valor del buque y su carga.
De esta crisis cada cual sacará sus propias conclusiones pero es un hecho que, mientras escribo estas líneas, hay cargos políticos imputados judicialmente por decisiones que posiblemente asumieran más allá de su formación y porque alguien tenía que asumirlas. Serían víctimas de un problema de organigrama que (en mi opinión) viene padeciendo los últimos dos decenios la administración marítima española y que ya había superado el antiguo Ministerio de Marina, cuyas ramas política y operativa sólo coincidían a la hora del bocadillo. Integrar ambas en un conflicto que implique sacrificar Coruña para salvar Galicia precisaría resucitar a Churchill para arrojarle a la basura una vez vertida la última gota de “sangre, sudor y lágrimas”, lo que de hecho le ocurrió a él en 1945. Creo que gestionar una catástrofe marítima exige un organigrama sencillo, vertical y encabezado por un técnico marítimo cuyo prestigio, capacidad de decisión y absoluta independencia le permitan servir además de “elemento fungible” si las cosas no salen bien. A fin de cuentas, así se han manejado los barcos desde siempre.

NOTAS SOBRE LAS FUENTES
En ausencia de informe oficial, mis fuentes son más de cuatrocientos documentos que incluyen notas de prensa, meteos, documentación técnica, fotografías y declaraciones judiciales tal y como se publicaron en la prensa. La información comercial procede esencialmente del “Lloyd´s List”, la técnica del “American Bureau of Shipping” (no “comulgo” al 100%) y, en menor medida, del Lloyd´s. Cuando hablo de los “registros” de Finisterre Tráfico me refiero al registro escaneado y colocado en la página web de la Cadena SER y al “limpio” publicado por el periódico “La Razón”. La “transcripción” de las conversaciones del buque con Finisterre ha sido publicada en varios medios pero, por desgracia, ya traducida del peculiar y exclusivo “inglés” en que nos entendemos los de mi antiguo oficio sin distinción de credos. Finalmente, aclararé que el artículo está escrito entre febrero y marzo, prometiendo la historia interesantes novedades antes de llegar a manos de los lectores.

Hablando en serio - El Prestige, un año más tarde

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